Escrito por LlanAUGC 18-11-2018
Por Alberto Llana
Y lanzaron fuegos artificiales para celebrarlo, mientras el sonido de los tambores y los gritos de alegría competían sonoramente con el estruendo pirotécnico que iluminaba los alrededores del Congreso de los Diputados, tras la aprobación de la iniciativa legislativa popular (ILP) que pretende regular la equiparación salarial de guardiaciviles y policías nacionales con el resto de funcionarios policiales de otros cuerpos de seguridad. Y cuando el humo se disipó y la calma volvió al lugar, las certezas comenzaron a reclamar su espacio. Porque toda esa algarabía, a fin de cuentas, festejaba el impulso de la cláusula octava del Acuerdo de equiparación salarial firmado por sindicatos policiales y asociaciones profesionales de la Guardia Civil en el mes de marzo. Como he repetido en anteriores ocasiones, más allá de cifras concretas, en el pacto figuran otra serie de cuestiones que respaldan la decisión de haberla rubricado. Si el inicio de la tramitación parlamentaria de la ILP conlleva alborozo porque supone una mayor certeza y celeridad -en principio- a la hora de ejecutar esa disposición equiparadora contenida en el propio Acuerdo, no cabe por menos que inferir que el convenio no fue malo.-
Y afirmo que el visto bueno a la ILP supone, en principio, una mayor celeridad y certeza en el desarrollo de la norma porque día a día contemplamos las incertidumbres políticas que rodean al actual gobierno. Incertidumbres que pueden desembocar en un adelanto electoral y una paralización de la actividad legislativa hasta sabe Dios cuando. Y, fíjense cómo son las cosas, todo ese galimatías podría incluso ser positivo al final, aunque se retrase la aprobación de la norma ya que el equilibrio gubernamental actual ensombrece el panorama venidero. Baste comprobar el sentido del voto hacia la ILP emitido por buena parte de los grupos políticos que ahora sostienen tímidamente a los ocupantes de la bancada azul de la Cámara Baja. Así que, en definitiva, a lo mejor ni siquiera sirve para acelerar nada.-
Tras publicar mi comentario anterior sobre la ILP ( https://gijontrasgu.wixsite.com/website/post/ilp-sobre-equiparaci%C3%B3n ), me remitieron bastantes comentarios, la mayoría felicitándome por el mismo, lo cual agradezco desde estas líneas. Pero hubo alguno que planteó si yo hubiera preferido dejar las cosas como estaban y olvidarse de presentar la iniciativa, por lo que debo decir nuevamente que para nada. Creía que estaba claro en mi escrito pero al parecer no para todo el mundo. El hecho de diseccionar el texto presentado, indicando lo que a mi modo de ver son fallos, imprecisiones u olvidos evidentes y concluir que si de verdad queremos una norma equiparadora sin trampas ni sustos inesperados, lo mejor que podemos hacer es tirar a la papelera el articulado de la repetida ILP, no significa que rechace el presentarla. Lo primero, por respeto a las más de 550.000 firmas que la avalan y que demuestran el respaldo popular a un asunto de simple justicia que nos lleva lastrando más de tres décadas. Para honrar a todas aquellas personas que se involucraron en conseguir esas firmas, invirtiendo su tiempo y su dinero en el empeño. Y también porque con el debate suscitado tras su presentación, los partidos políticos han tenido que posicionarse de una vez por todas y quitarse las caretas de la indefinición que en algunos casos llevaban puestas desde no se sabe cuándo. Pero la iniciativa, básicamente, es una declaración de principios: “a igual sueldo, igual salario y queremos un texto legal que así lo recoja”. Una vez superado el primer trámite parlamentario comencemos a redactar desde cero la norma porque no hay nada salvable en lo presentado.-
Uno de los representantes políticos intervinientes en el debate sobre la aprobación de la ILP indicó que su grupo la iba a apoyar pese a que el escaso articulado de la misma podría contravenir leyes en vigor e, incluso, la propia Constitución. Casi todos estamos de acuerdo en que ese apoyo se fundamentó básicamente en no desear salir en la foto junto a los partidos que la rechazaron pero ello no es óbice para reconocer que razón no le faltaba al orador. Puede parecer surrealista que, de los tres artículos y varias disposiciones adicionales, finales y derogatoria, haya alguna cuestión que choque con la Carta Magna pero es muy posible que así sea, no tengo motivo alguno para desdeñar la afirmación.-
Ante este baño de realidad la pregunta que me viene a la mente es ¿por qué tantos meses de ataques sin sentido, de fomentar la división entre compañeros, de argumentos mas kafkianos que el articulado de la propia ILP, si al final festejan como una victoria lo que no es mas que un refrendo del Acuerdo firmado? Supongo que para mantener la ilusión de la mayoría, por simple desconocimiento en algunos casos y por mera venganza en otros. Pues que sigan los festejos.-
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