Por Alberto Llana
Publicado el 28/04/2016
El titular describe a la perfección lo ocurrido este martes y miércoles en el Parlamento Europeo a raíz de la visita del delincuente condenado y recién salido de prisión Arnaldo Otegi, invitado por un par de partidos políticos, con el fin de proseguir la campaña mediática que ha emprendido con notoria celeridad, supongo que para recuperar el tiempo que estuvo a la sombra, al objeto de retornar al liderato de la radicalidad y seguir viviendo de los impuestos de los ciudadanos del país al que odia.-
A principios de siglo, en una entrevista a un diario asturiano, afirmé que el final del terrorismo debería llegar a través del diálogo y, en ese trance, tendríamos que hacer de tripas corazón y tragar con ciertas concesiones hacia los asesinos con tal de superar definitivamente la época del horror y del sinsentido. Y, por supuesto, sigo manteniendo esa afirmación. Lo que ocurre es que no hemos llegado a ese punto todavía. Por mucho que los terroristas lleven un tiempo en situación de espera, debido fundamentalmente a la acción policial y judicial, siguen constituyendo una amenaza palpable, tal y como recordaba el propio Otegi en la entrevista concedida al 'follonero'. Por eso mismo, entre otras razones, el Parlamento Europeo debería haberle dicho a los promotores del vilipendio que, o bien el ex-preso venía con un discurso de rendición, de entrega del arsenal disponible y de puesta a disposición de la justicia de los asesinos y cómplices, o bien podía irse al carajo. Creo que el caso omiso que ha hecho la cámara europea a las eurodiputadas Maite Pagazaurtundúa y Teresa Jiménez-Becerril, víctimas muy directas del horror terrorista, ahonda más en esa vergonzosa actitud de permitir la presencia de un individuo que apoya y justifica la violencia.-
Porque esa ha sido, en resumen, su postura durante la estancia, calificando de presos políticos a los asesinos y de deportados a aquellos que han huido de la justicia. Denominando 'conflicto' a la acción de una banda criminal que se ha dedicado durante medio siglo a matar indiscriminadamente, a secuestrar, a extorsionar, a imponer la ley del miedo y del silencio con excusas políticas que solamente buscaban enmascarar su actividad meramente mafiosa. Afirmando que la izquierda independentista ha hecho todo lo posible por lograr la paz, pero que el Estado no se ha movido un milímetro, obviando lo más elemental, que la paz en España solamente se quebraba cuando ellos delinquían y que la izquierda -y no tan izquierda- independentista no han llegado al límite de lo que pueden hacer porque todavía persiste la amenaza de nuevos atentados. Recogiendo las palabras pronunciadas por Teresa Jiménez-Becerril, permitir tal ignominia “Ha sido una bofetada con la mano abierta a las víctimas”.-
Por si no fuera suficiente la afrenta de llevar al doblemente condenado por delitos de terrorismo a la Eurocámara, los partidos responsables ni siquiera acudieron al minuto de silencio en recuerdo de las víctimas de ETA, convocado por Pagazaurtundúa y Jiménez-Becerril. Por su parte e imagino que como respuesta a la convocatoria de las eurodiputadas, Otegi solicitó un minuto de silencio por los damnificados del bombardeo de Guernica, instrumentalizando a las víctimas de la “Operación Rügen” del mismo modo que hace con cualquier otra, si ello le supone un rédito político.-
Por fortuna también hubo muchas voces que le recordaron a Arnaldo su auténtica condición. En el pleno de la cámara celebrado el miércoles se oyeron gritos de “asesino” y “sinvergüenza” que no pueden ser considerados en modo alguno como insultantes sino como reflejo de una realidad palpable. Aunque ahora le interese hablar de futuro, dejando atrás el pasado, no debemos caer en esa trampa dialéctica que busca el uso del pretérito como agente blanqueante de sus crímenes. Porque lo cierto es que las víctimas siguen siendo rabioso presente, máxime cuando desde instituciones de la relevancia de la Eurocámara se tolera esta inusitada vergüenza.-
Comments