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JUGANDO CON EL OLVIDO DEL 11-M

Actualizado: 11 mar

Por Alberto Llana


Leo en el periódico La Nueva España del pasado 07 de marzo de 2024 unas líneas escritas por el general retirado de la Guardia Civil Pedro Laguna Palacios, quien fuera en su momento Jefe de la Comandancia de la Benemérita en Oviedo y después Jefe de Zona del Principado de Asturias. En su comentario dice cosas como las que resalta el titular de la noticia “Fue vergonzoso ver a algunos políticos utilizando los hechos”, como si hubiera sido la primera vez que contemplara algo así. Lo que le ocurre al señor Laguna es que el horror del 11-M le atañe de lleno y, como nos suele ocurrir a los humanos, hasta que no te concierne algo, resulta aceptable o, como poco, escasamente criticable. Porque nadie escuchó al retirado general quejarse de cosas similares antes de que le tocara rendir cuentas por sus decisiones o indecisiones al respecto. Y eso que en España resulta tradición la utilización del terrorismo como arma arrojadiza entre políticos a los cuales seguimos votando con entusiasmo, dándoles a entender que todo vale, como podemos comprobar en los actuales momentos.-


Comienza su disertación don Pedro asegurando que “20 años después de aquel terrible atentado está todo contado”, lo que resulta un tanto grotesco -como el personaje en sí-, ya que si cree que está todo contado, ¿Para qué escribir más sobre ello? Pues porque en realidad no piensa de tal modo. Al general retirado le escuecen ciertas llagas desde hace casi veinte años, más concretamente desde que el Guardia Civil David Robles encontrara en el Cuartel de Cancienes una cinta con una conversación grabada que comprometía seriamente a las fuerzas de seguridad del Estado en Asturias y principalmente al Jefe de la Zona de la Guardia Civil, es decir, él mismo. Cabe recordar que en la Comisión de Investigación sobre los atentados, este individuo fue el único que prestó declaración dos veces, ya que tras su primera intervención quedo claro que no había dicho la verdad en determinadas cuestiones, o tal vez ya comenzaba a chochear -como evidencia su actual comentario-, y no recordó los hechos correctamente.-


Se queja de que “en aquella época asistimos a un ejercicio poco convencional, y probablemente muy interesado, de desplazar el foco habitual del relato. El robo de explosivos se convirtió en protagonista de la historia, cuando en un crimen la atención suele centrarse en quiénes, qué y por qué con más énfasis que en con qué”. Lógicamente esa es una percepción muy personal de la situación que yo no comparto. No creo que, en general, se desplazara el foco habitual del relato, lo que ocurrió es que la cantidad de explosivos que consiguieron los terroristas fue tan enorme, sobre todo en un país donde existía la impresión de que había un control exhaustivo en la materia, que por fuerza había que dar respuesta a la evidencia de que algo había fallado estrepitosamente, certeza que se vio incrementada tras la aparición de la cinta de Cancienes.-


Refiere igualmente que “Si los responsables de las investigaciones en curso hubieran sabido todo con la profusión de detalles que luego obtuvimos habríamos obrado diferente”. Excusa barata donde las haya porque lo verdaderamente importante es que la denominada “trama asturiana” estaba compuesta por personas bien conocidas por los cuerpos de seguridad y seguían actuando con pasmosa permisividad e, incluso, cobertura policial dada la condición de confidente de algunos de ellos. Lo importante es que bajo la responsabilidad de Pedro Laguna la Guardia Civil del Principado desplegó al menos dos investigaciones de esas personas de manera descoordinada, una en la Comandancia de Gijón y otra en la de Oviedo, y él, como jefe de Zona, fue negligente a la hora de coordinar esas indagaciones. Pues claro que si en aquellos tiempos hubiéramos sabido lo que hoy sabemos las cosas se habrían desarrollado de manera distinta, ¡Menuda perogrullada!


También intenta desviar la atención de las responsabilidades que le afectan aludiendo a la reciente unificación de Comandancias: “Creo que esta es una clara ventaja operativa que debería haberse llevado a cabo mucho antes”. Pretende dar a entender que la responsabilidad de las graves negligencias detectadas no le afectan tanto a él como a los jefes de ambas Comandancias, queriendo desviar la atención sobre el hecho de que la Guardia Civil es un Cuerpo fuertemente militarizado y el superior jerárquico es el que tiene el mando supremo, en este caso sobre todo el despliegue del Instituto en Asturias. Si las Comandancias no estaban bien coordinadas es demérito suyo y de nadie más. Ese razonamiento ilógico se desbarata de forma muy fácil. Por ejemplo, en Extremadura hay una Zona, correspondiente a la Comunidad Autónoma y dos Comandancias, una por Provincia. Si dos investigaciones que tienen clara relación entre ellas no se coordinan debidamente, el principal responsable será el jefe de la Zona, al margen de otras responsabilidades de menor calado. Y resultaría ridículo tratar de escudarse en que hay dos Comandancias distintas ya que existe un superior jerárquico que tiene como una de las obligaciones derivadas de su cargo el tratar de evitar que tal cosa ocurra., lo mismo que se le puede aplicar al caso del retirado general.-


Para finalizar, dos cuestiones: basta ya de referirse al famoso alijo de cocaína en Salave como una aprehensión cuyo mérito es achacable a Pedro Laguna. Es bien sabido que ese cargamento de droga fue descubierto por casualidad por dos personas que avisaron a la Guardia Civil y que cuando el señor Laguna se enteró estaba de caza a cientos de kilómetros de Asturias. Esa 'operación' no fue ni ha sido nunca mérito profesional suyo, aunque quiera vendernos la moto desde entonces. La otra cuestión se refiere a la reflexión referente a que sus palabras no son “un intento de eludir las responsabilidades de los errores que pudieran haberse cometido, pero sí un ejercicio necesario para contextualizar los hechos de forma objetiva” De forma objetiva según su particular punto de vista, cabe añadir. Lo que no explica don Pedro es por qué ha esperado dos décadas para escribir lo que se ha publicado y me parece tener la respuesta: cree que a estas alturas nuestra memoria es lo suficientemente débil como para tragarnos sus sandeces.-



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