Escrito por LlanAUGC 16-05-2019
Por Alberto Llana
Hace unos días, con motivo de una celebración de la Guardia Civil, se realizó el típico acto castrense a mayor gloria de la naturaleza militar del Cuerpo y durante el cual se impusieron unas cuantas medallas a personal del Instituto que, en determinados casos, han sido bien merecidas. El tema de las medallas en la Benemérita ya lo he tratado en otras ocasiones y, lógicamente, sigo pensando lo mismo que antaño, dado que con el paso del tiempo las circunstancias no han cambiado un ápice. Y es una pena ya que aquellos que reciben una distinción por su buen hacer profesional ven ensombrecido su mérito al estar acompañados por otros cuya mayor virtud suele estar asociada a la suavidad y destreza de su lengua. Ese día concreto, cuando uno de los agentes distinguidos se dirigía a recibir su presea, se escuchó entre el público asistente una conversación del siguiente tenor:
MIRA QUIÉN VA A RECIBIR MEDALLA… ¿TÚ CREES QUE ES JUSTO?
SÍ, CREO QUE ES JUSTO.
¡¡PUES SI ES JUSTO ES INJUSTO!!
Y lo más gracioso de ello es que ambos contertulios tenían razón porque si hay algo injusto es que al tal Justo le concedan medalla alguna. Este individuo, en los años que lleva ocupando su actual destino se ha distinguido por su ineptitud profesional, su carácter prepotente y sus escasos o nulos conocimientos de las materias que debería dominar por rango y responsabilidad, supliendo esas carencias con el consabido recurso del “ordeno y mando”, llevándolo hasta extremos en los cuales, sabiéndose desdeñado tanto por sus superiores como por sus subordinados, se ha especializado en la persecución de quienes por estatus militar considera inferiores. De hecho le ha cogido tanto gusto a la ‘cacería de subalternos’ que a veces le cuesta encontrar acompañantes de confianza que posteriormente le respalden cuando formula el parte disciplinario correspondiente. Debido a ello tiene que tirar de abrazafarolas para tales menesteres, distrayéndoles de las labores que por destino deberían desempeñar. Para sopesar lo que el Justo entiende por justicia nada mejor que ofrecer un ejemplo: imaginen que este fulano observa una acción de un subordinado que entiende vulnera los preceptos disciplinarios de la Guardia Civil.-
Comoquiera que no desea que el asunto trascienda hacia sus superiores por temor a que no consideren el hecho digno de reproche, le ordena al jefe de Unidad del presunto infractor que confeccione un parte disciplinario dirigido a su persona relatando el suceso, por si fuera merecedor de una acción disciplinaria. Luego el justo Justo justamente lo calificará como presunta falta disciplinaria de carácter leve y procederá a incoar el correspondiente expediente, nombrando a un subordinado con bastantes galones o estrellas como instructor del mismo, el cual, si todo evoluciona como espera, le propondrá la imposición de una sanción, siendo justamente el justo Justo quien tenga la decisión final en sus manos. Pues tal que así se las gasta el menda. Aunque tampoco cabe atribuirle a él esta forma torticera de usar el régimen disciplinario ya que se lleva haciendo desde hace mucho y, además, no le supongo suficientes conexiones neuronales para idear tal macabro plan, aunque sí las justas para poder contener los esfínteres hasta el momento oportuno.-
Como ya he referido antes, este sujeto no destaca precisamente por tener demasiadas amistades, evidentemente los que le ríen las gracias por el interés quedan descartados de la ecuación, sin embargo procura arrimarse siempre a quien tenga algo que ofrecer ya que es digno miembro de la cofradía del gañote, de tal suerte que su mayor ilusión consiste en buscarse conocidos generosos que tengan a bien donarle alguna extremidad porcina convenientemente curada o caldo de Baco de rica añada. Es, en definitiva, un espécimen más de esos que todavía deambula sin control por los páramos beneméritos entorpeciendo más que facilitando la labor que desarrollan sus subordinados. Por ello resulta sorprendente y más que criticable verlo recibir distinción alguna y su presencia entre aquellos que honradamente se la han ganado deslustra la foto de conjunto. Las razones de tan injusto galardón las desconozco concretamente pero en casos tan evidentes como este las explicaciones pueden ser dos: una que denomino “círculo vicioso”, consistente en ir otorgando medallas en un orden determinado, tengan o no méritos para ello, y cuando la circunferencia se completa, le toca de nuevo al cabeza de lista. La otra posibilidad es la relativa al desmedido corporativismo existente en la Guardia Civil, el cual se acentúa cuanto más se asciende en el Escalafón. Bajo esa premisa, si un responsable de Unidad está tan falto de aprecio y respeto por parte de sus subordinados como el prototipo del que hablo, sus superiores tienden a demostrar que cuenta con su respaldo, cargándolo de chatarra inmerecida. Y no es cuestión de que siquiera les caiga bien o no, de lo que se trata realmente es de demostrar a los subordinados que nada pueden hacer contra los ineptos que les ha tocado padecer ya que le van a respaldar hasta el momento en que cometa una barbaridad tan grande que ponga en peligro los traseros de quienes le arropan. Será ese el momento idóneo para darle la patada y comenzar a 'rajar' de él como si nunca le hubiesen amparado.-
Como no quiero privar a la criatura de la ilusión de lucir en su pechera las demostraciones de su incompetencia, creo que lo más conveniente sería crear una nueva categoría de la Orden al Mérito de la Guardia Civil, a saber, la Cruz con distintivo marrón, como reconocimiento a las continuas 'cagadas' y/o la ineficacia en el ejercicio del mando. Eso sí sería justo.-
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