Escrito por LlanAUGC 09-09-2018
Por Alberto Llana
La salvaguarda de nuestras fronteras en Ceuta y Melilla se ha convertido en un asunto de difícil solución. Hay demasiados factores en juego como para que se produzca una especie de alineación de planetas que nos traiga un respiro duradero en la zona. Al contrario que sucede en las historias policiales, donde los delincuentes van por delante a la hora de idear nuevas formas de llevar a cabo sus fechorías, en estas fronteras sucede lo contrario, el gobierno discurre nuevas formas de contener la avalancha humana deseosa de pisar suelo español y los ansiosos, con la inestimable ayuda de las mafias que trafican con desgracia ajena y con los que trafican con intereses políticos, buscan la manera de burlarlas. Allá por 2005 si mal no recuerdo, cuando en La Moncloa había un zapatero, comenzó el refuerzo de los límites patrios con la instalación de esos alambres con cuchillas, denominados 'concertinas' y que nada tienen que ver con el instrumento musical parecido al acordeón. Por tanto, aunque parezca más reciente, el uso de este tipo de 'factores disuasorios' comenzó hace casi 13 años.-
Ahora, el nuevo gobierno se ha estrenado con la intención de retirar las concertinas y buscar otros medios preventivos que causen menos daños físicos a aquellos que intentan saltárselos. Me parece bien, pero estas cosas o se hacen correctamente o mejor ni siquiera se mentan. Antes de lanzar la idea de cambios hay que tener muy clara la alternativa, su coste, tiempo de ejecución del proyecto y otra serie de cuestiones que todavía no se han aclarado. Sobre todo para no quedar como un lelo cuando haya que recular en las intenciones. Cada día queda más claro que lo de las concertinas ya no disuade casi nada a quienes desean entrar ilegalmente en el país y lo único que conlleva es una mayor violencia en los intentos y, con ello, un incremento en los daños personales de los intervinientes. Además resulta incomprensible e injusto que quienes están cometiendo un acto ilegal entrando por la fuerza en España y causan daños a los agentes de la Autoridad y a cualquiera que se cruce en su camino, se vayan de rositas y ni siquiera el poder judicial admita las acciones legales impulsadas contra los presuntos responsables por organizaciones ajenas a la propia voluntad de nuestros gobernantes, que más parecen alentar a los agresores que proteger a quienes protegen.-
Quizás por lo incomprensible de la situación, el actual gobierno ha decidido endurecer su criterio con el fin de que no se instale en el subconsciente de quienes intentan saltar la valla que 'todo vale' con tal de pisar suelo español. Que una vez en nuestro país ya no van a afrontar responsabilidad alguna por los actos cometidos en la frontera. Porque eso sí que generaría un verdadero 'efecto llamada' e incrementaría exponencialmente la presión en el vallado. Así hemos podido comprobar con pocos días de intervalo las diferentes reacciones del ejecutivo ante dos saltos masivos cargados de una violencia inusitada por parte de los migrantes. En el primero de ellos lograron su objetivo más de 600 personas, en el segundo, algo más de 115, atendiendo a las informaciones publicadas en los medios. Al primero no hubo reacción gubernamental inmediata, pero sí honda preocupación por lo que se nos venía encima de no atajar de algún modo esta escalada de violencia, por lo que se incrementaron los contactos políticos con Marruecos. Resultado de lo anterior y tras el segundo embate comentado, se llevó a cabo la expulsión masiva de la mayor parte de los que lograron acceder a nuestro país. Posteriormente se localizó a los cabecillas que lideraron el primer salto, se les detuvo y se les puso delante de la autoridad judicial, que decidió encarcelar solamente a dos de ellos. En resumen, una de cal y otra de arena que no parece que vaya a solucionar la problemática, ojalá me equivoque. Aunque creo improbable el error atendiendo a los mensajes enviados desde el otro lado de la frontera. De una parte, la satisfacción del monarca marroquí por el cambio de rumbo del gobierno español ante el problema migratorio, pero por otro lado la negación de que la devolución de los más de cien asaltantes del segundo episodio antes comentado sea fruto de la activación o recuperación de un tratado antiguo entre nuestro país y Marruecos, sembrando de incertidumbre la posibilidad de que se vuelva a repetir en el futuro. Entonces, ¿por qué el beneplácito de Mohamed VI ante el cambio de actitud del ejecutivo español? ¿acaso no se refería precisamente a la devolución a su territorio de los violentos sino a una nueva lluvia de millones procedentes de Europa como forma de compensar el esfuerzo marroquí en la contención del flujo migratorio? Seguramente no tardaremos demasiado en despejar las incógnitas.-
¿Y qué pasa con las concertinas ahora? Pues de momento no hay visos de que se haya cambiado la opinión de retirarlas aunque sigan sin ofrecer alternativa alguna. Por mi parte me gustaría que hubiera una forma de proteger nuestras fronteras sin que se derivaran tantos daños personales para los asaltantes. Sin embargo, cuando compruebas los métodos que están dispuestos a utilizar con tal de lograr su objetivo, la compasión cae en picado.-
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