Escrito por LlanAUGC 08-02-2018
Por Alberto Llana
Gregorio Serrano, a la sazón director general de Tráfico, no da una a derechas. Desde que su amigo Zoido lo entronizara, allá por noviembre de 2016, parece estar más despistado que Adán y Eva el día de la madre y todavía no se ha hecho a la idea de la gran responsabilidad que aceptó junto con el cargo. Me da la impresión que pensó recalar en poltrona tranquila y bien remunerada cuya misión principal es la de mantener fijo el flujo recaudatorio hacia las arcas estatales y, mientras ese objetivo se cumpliera, lo demás poco importaba. A ver cómo se explica si no la actitud de este sujeto desde que recaló en el número 28 de la calle Josefa Valcárcel de Madrid, que en poco más de un año colecciona pifias como un filatélico atesora sellos. He comentado en el pasado su affaire con el pisito de la Guardia Civil que pretendía agenciarse, como si fuera miembro de la Benemérita, con reforma de muchos miles de euros incluida, o su estancia sevillana mientras en la AP-6 muchos ciudadanos clamaban bajo la nevada aquello del portero de 'Aquí no hay quien viva': un poquito de por favor. O de cómo respondió con chulería que la culpa del desaguisado era de la concesionaria de la autopista, de los conductores o del Meteosat, pero nunca del director general del ramo que estaba en una maravillosa ciudad donde hay cobertura de móvil e internet. Eso sí, luego se disculpó a su manera “Nunca escriban nada en redes sociales cabreados” y para colmo lanzó la grandiosa idea del kit de supervivencia para zonas polares de la que se tuvo que retractar casi inmediatamente.-
Pero si pensaban que todo esto le iba a servir de experiencia para tratar de mejorar su actitud/aptitud en el desempeño del cargo y compensar sus torpezas con una buena gestión en lo que le resta de mandato, es que no saben quién es el fulano. En una hipérbole de lo absurdo nos topamos con algunos noticieros que el domingo 4 de febrero destacaban la presencia de Gregorio Serrano en la sede de la DGT, en primera línea de la batalla contra el temporal que comenzaba a arreciar y que se preveía peor que el desatado el día de Reyes. Como la cosa no debió concitar la audiencia esperada por el protagonista, el lunes día 5 los telediarios difundían imágenes suyas visiblemente atareado, hablando por el móvil o por un aparato transmisor de los usados por los agentes de la Agrupación de Tráfico, supongo que coordinando todo el dispositivo desplegado para intentar evitar otro caos circulatorio como el que le llevó a dar explicaciones en el Congreso, entre una nevada de peticiones de dimisión casi mayor que la que originó el atasco en la autopista. Ante ello cabe preguntarse hasta dónde llega la capacidad intelectiva del personaje y cómo demonios se las arregla para vestirse solito, sin ayuda de cámara. Bueno, la verdad es que lo de vestirse solo me lo imagino, no tengo constatación alguna de ello, pero le concedo el beneficio de la duda, para que luego diga. Porque lo primero que transmite esta forma de darse pisto es un reconocimiento explícito de su erróneo actuar durante el primer temporal y, de segundas, que tiene escaso sentido de la dignidad al ofrecer un espectáculo televisivo de su supuesto buen hacer y determinación a la hora de tomar el mando en situaciones complejas. Ojalá se le hubiera ocurrido antes, cuando la imagen que nos dejó fue la de un remedo de gabinete de crisis que más parecía una reunión de amiguetes el día después de una despedida de soltero.-
Pero la guinda del pastel del despropósito la puso el Ministerio de Fomento. Conocedor de la valía de Serrano, optó por tomar la responsabilidad de la gestión de las carreteras, desplazando a la DGT y a las empresas concesionarias de autopistas, en el intento de no tropezar con la misma bola de nieve. Resultó curioso ver al ministro Íñigo de la Serna ejerciendo de portavoz de la Dirección General de Tráfico cuando solicitaba, entre otras cosas, precaución en las carreteras ante el empeoramiento de las condiciones meteorológicas. “Estamos en un momento muy complicado en cuanto al tráfico y su gestión como consecuencia de las condiciones climatológicas”, afirmó. Me hubiera gustado ver la cara de Gregorio Serrano al verse desautorizado de tal modo. Rostro que no debió de recuperar su tonalidad normal cuando comprobó las chanzas derivadas de la ocurrencia de publicitar al máximo su quehacer en la sala de pantallas de la Degeté.-
El actual director general de Tráfico debería haber presentado su dimisión hace tiempo, tras el escándalo del pisito de la Guardia Civil. En aquel entonces, su amigo y mentor Zoido sacó la cara por él y quedaron desprestigiados ambos. Aquella debió ser la última vez que el ministro del Interior le sacaba las castañas del fuego a Gregorio pero está claro que si a Serrano le resbala todo a Juan Ignacio aún más, y perseveraron juntos en la ineptitud, dejando tal reguero de desastres políticos tras sí que a buen seguro pueden competir con los más avezados en estos menesteres de la historia de España. Señor Serrano, ya no está de teniente de alcalde y delegado de fiestas mayores en Sevilla. En su actual puesto, con unos emolumentos de 85.000 euros brutos anuales más otros complementos monetarios que se ignoran porque sobre ellos no hay información oficial, las verbenas y los espectáculos gratuitos y sin sentido está de sobra. Lo que no sobra desde hace mucho tiempo es su carta de renuncia al cargo que deshonra.-
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