Por Alberto Llana Escrito por LlanAUGC 01-07-2018
Un medio de comunicación desvelaba hace unos días los primeros datos acerca de un proyecto de la Guardia Civil para reorganizar su actual distribución territorial y hacerla más moderna, en consonancia con la realidad que vivimos en estos tiempos, en los cuales las condiciones laborales de los agentes, la forma de comunicarse y las infraestructuras y vías de comunicación ya no son las de hace unas décadas y mucho menos las que había en el siglo XIX. Apuntaba la noticia que la Dirección General Benemérita lleva meses estudiando un ambicioso plan de reestructuración con la idea de concentrar la fuerza presente en unidades más grandes, al objeto de aprovechar al máximo el potencial de servicio y aumentar en lo posible la presencia en la calle de los miembros del Cuerpo, de tal forma que cualquier cuartel cuente con una plantilla de, al menos, 20 agentes y dos suboficiales. Y ello me hizo rememorar algo ocurrido hace más de quince años.-
En 2001, quien esto escribe, ostentaba la responsabilidad de ser vicepresidente de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC). Como tal tuve la oportunidad de abrir oficialmente el diálogo entre la AUGC y la Dirección General de la Benemérita, un diálogo negado repetidamente desde que en 1994 comenzamos nuestra actividad asociativa, tras la unificación de la Asociación 6 de Julio de Guardias Civiles y COPROPER. A finales de ese año fuimos recibidos por primera vez por el Director General, Santiago López Valdivielso, en su despacho de la Calle Guzmán El Bueno. Al año siguiente, 2002, en una de las múltiples entrevistas que mantuvimos, aunque no puedo precisar en estos momentos la fecha exacta, yo mismo saqué a colación el tema de la reorganización territorial del Cuerpo. Nuestra idea, teniendo en cuenta las condiciones laborales de aquel entonces, algo diferentes a las actuales y sirva como ejemplo el hecho de que en aquellos tiempos los guardiaciviles ni siquiera tenían reconocido el derecho a disfrutar vacaciones, derecho que fue normalizado en 2010, era que los cuarteles de la Guardia Civil deberían de contar, como mínimo, con una plantilla de 22 personas. Más concretamente 18 guardiaciviles, dos cabos y dos suboficiales. En nuestra opinión, para que un acuartelamiento del Cuerpo fuera realmente operativo, debería estar abierto las 24 horas del día y contar con un agente presente en el Cuartel, lo que se viene a llamar el Guardia de Puertas, y una patrulla recorriendo la demarcación asignada. Dado que los turnos de servicio son, normalmente de ocho horas, era necesario disponer de 9 agentes diarios de servicio (tres en cada turno). Las gestiones propias de una Unidad así serían desarrolladas por los Suboficiales (uno como Comandante de Puesto y el otro para sustituciones en el mando por descansos semanales, permisos, bajas médicas, asistencia a cursos de perfeccionamiento, etc.). Según nuestro criterio y atendiendo a las diversas vicisitudes que pueden acontecer en una unidad de este tipo, esa era la cantidad mínima necesaria. Repito que tales cálculos eran referidos a las unidades más básicas y atendiendo a las condiciones laborales de hace 16 años (NOTA: RECUERDEN QUE ESTE COMENTARIO FUE PUBLICADO EN 2018).-
Tras explicar nuestra postura al respecto, el Director General nos sorprendió diciendo que esa era más o menos la idea que se tenía en la propia Dirección General ya que habían realizado un estudio sobre el asunto y la única discrepancia era el número de efectivos previstos para los cuarteles más pequeños y que oficialmente se situaba en 20 agentes: 18 guardiaciviles, un Cabo y un Suboficial. Queda claro que con el paso del tiempo y la mejora en las condiciones sociolaborales de los miembros de la Benemérita, tal cantidad ha tenido que ser revisada al alza. Por ello, como decía, la noticia aparecida hace unas fechas me recordó aquella conversación que, pese a estar bastante asumida por el responsable del Cuerpo y por los mandos propios, nunca llegó a ejecutarse en su totalidad por cuestiones meramente políticas. Como yo le expresé a Valdivielso, no comprendía -y sigo sin comprender-, por qué cuando se despliegan policías autónomas se cierran cuarteles de la Guardia Civil a mansalva y se apuesta por una distribución basada en unidades policiales con gran cantidad de personal pero muy distanciadas entre sí y ese mismo modelo no puede aplicarse cuando incumbe solamente a la Benemérita. Una de dos: o el modelo autonómico no es eficaz y hay que cambiarlo o, si realmente resulta efectivo, aplíquese a la Guardia Civil.-
Leo en esa noticia que el mentado plan de redistribución es un proyecto del anterior gobierno heredado por el actual. Pues será en su actual versión porque como ya he explicado tales previsiones se llevan manejando desde principios de este siglo, al menos. Y leo también que en el imaginario de la Dirección General se ha instalado la idea de que los cambios precisos puede realizarse en seis años. Bueno, por la vía del ‘ordeno y mando’ puede hacerse en seis semanas si les place, pero en circunstancias normales y respetando los derechos que los componentes del Cuerpo tienen como funcionarios que son, anticipo en estas líneas que se trata de previsiones utópicas. Y ni siquiera entro a valorar la vertiente política del asunto ya que resulta fácil imaginar cómo se van a poner determinadas autoridades locales y autonómicas cuando se enteren que van a cerrar la mitad o más de sus cuarteles con el fin de hacer más operativas las unidades que permanezcan. Todavía, a día de hoy, existen acuartelamientos de la Guardia Civil que siguen abiertos única y exclusivamente por capricho de políticos o prebostes de la zona en cuestión y eso va a ser muy complicado de revertir en seis años. No obstante lo expuesto, el que se vuelva a hablar de forma más o menos seria de algo tan necesario actualmente en la Guardia Civil como es la modernización de su despliegue territorial no deja de ser buena noticia y en ese sentido debemos reivindicar y animar a la Dirección General a que la acometa en cuanto sea posible.-
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