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PARNÉ Y SOLO PARNÉ

Actualizado: 26 feb

Por Alberto Llana


PD: Este comentario lo publiqué en mi muro de Facebook el 26 de febrero de 2017,

pero como no estaba en este blog y sigue siendo de actualidad, lo añado ahora. https://www.facebook.com/LlanAUGC/posts/1278412495573273


No hace mucho se presentó en sociedad una nueva campaña mediática con el fin de concienciar a la opinión pública acerca de uno de los tradicionales problemas de los profesionales de la Guardia Civil: sus escasas remuneraciones. Y todo aquello encaminado a resolver esta triste realidad que acompaña a buena parte de los beneméritos agentes desde su fundación, lo considero positivo. No obstante, la impresión que me traslada la campaña en sí no me gusta, y esa sensación viene dada porque, tal como lo veo, tratan de transmitir que el resto de problemas que acucian al colectivo serían tolerables o llevaderos si la nómina fuera lo suficientemente 'suculenta'. Y por supuesto, eso no es así en absoluto. No creo que cualquiera de los compañeros desterrados de Cádiz por declarar la verdad ante un juez sufrieran menos zozobra por percibir una soldada como la de un compañero autonómico. Ni pienso que alguno de los agentes que realizan servicio operativo se sentiría más seguro ante una actuación de riesgo con un sueldo adecuado y un material escaso, inexistente o, peor aun, existente pero bien guardado para que no se estropee. Mucho menos un aumento salarial terminaría con la lacra de suicidios o conductas suicidas que devastan a la institución. Tampoco lo entiendo como bálsamo de Fierabrás cuando a un guardiacivil le aplican el Código Penal Militar por actos que en cualquier otro ámbito serían considerados como meras faltas administrativas.-


Y sí, el parné importa. AUGC lleva reclamando una equiparación salarial desde que presentó sus estatutos. Pero dar a entender que con un aumento dinerario el resto de problemas se esfuman o mitigan tanto como para pasar a segundo plano es desconocer la realidad de la vida benemérita. O lo que sería más nocivo todavía, conocerla pero no atreverse a plantarle cara porque esa actitud conllevaría ineludiblemente un enfrentamiento con la superioridad y, por tanto, un posible parón en la carrera profesional o, quizás, poner en riesgo ese cómodo destino que ocupan, tal vez conseguido por su amable postura como responsable asociativo. No hace falta decir que todo lo que sea cobrar más le gusta a todo el mundo, incluso a quienes vistiendo el honroso uniforme de la Guardia Civil ya se embolsan más que cualquier colega de otro Cuerpo similar, que los hay y no son pocos. Lo que ocurre es que para el ciudadano en general pasan desapercibidos porque rara vez pisan la calle durante su servicio y solamente puede adivinarse su existencia cuando uno, en las imágenes que transmiten los medios, mira más allá de los responsables políticos y los atisba con un vaso de vino español en la mano, cuidando de su cortijo.-


Esta nueva campaña a la que me refiero no resulta un acierto, por mucho que pida algo que, a fin de cuentas, a todos gusta. Solamente se entiende su existencia como propaganda de sus impulsores de cara al próximo proceso electoral interno en la Guardia Civil. Deben apresurarse a borrar cuatro años de erróneos planteamientos en el Consejo de la Guardia Civil, alineándose y haciendo palmas al nuevo consejero de Red Eléctrica de España (demostración palpable de cómo utilizó a la Benemérita para sus propios fines) e, incluso, compartiendo mesa y mantel con aquellos que propusieron expedientarlos disciplinariamente cuando tuvieron, por una vez, el redaño de levantarse de la mesa.-


Es más, cuando AUGC ha vuelto a recordar que no todo es dinero, siendo ello importante, alguno de los responsables de esta campaña que mento se ha ofendido porque entiende que lo estamos llamando pesetero, a lo cual solo cabe responder con aquella historia en la que un personaje adinerado inquiere de otro menos pudiente su disposición a vender sus principios, recibiendo como contestación que por la cifra adecuada todo era posible. Al escuchar una mísera oferta por parte del adinerado, el vendedor de principios se ofende y pregunta airado a su interlocutor quién se ha pensado que era, obteniendo como contestación que lo que realmente era ya había quedado meridianamente claro, lo que se estaba discutiendo en ese momento era simplemente el precio.-


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