Por Alberto Llana (Publicado originalmente el 11 de octubre de 2016)
El significado de oxímoron, según la RAE, es la combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido. Valga como ejemplo la locución “silencio atronador”. Partiendo de esa base, bien podría considerarse el nombre del benemérito Cuerpo como un oxímoron. Y es que, teniendo en cuenta los avatares fundacionales del Cuerpo, cabe concluir que la unión de las palabras GUARDIA y CIVIL han originado un nuevo sentido que ha calado en nuestro acervo de tal modo que nadie o casi nadie reflexiona sobre el por qué de ese nombre para una institución de naturaleza militar.-
Y aquí llegamos al momento histórico de la creación de la Guardia Civil, con los dos famosos decretos fundacionales. El primero, de 28 de marzo de 1844, que contempla un Cuerpo especial de fuerza armada de Infantería y Caballería, bajo la denominación de ‘guardias civiles’ y el segundo, de 13 de mayo del mismo año que, tras pasar por las manos de Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II Duque de Ahumada, cambió la concepción primigenia de un cuerpo policial no militarista e inspirado en la Gendarmería francesa, dependiente de las autoridades civiles en todas las cuestiones, salvo en su organización y disciplina, que dependería del Ministerio de la Guerra, pero sin pertenecer al Ejército. No obstante, la antedicha denominación de ‘guardias civiles’ permaneció, según opinión de algunos, por ser del agrado de la reina Isabel II.-
Supongo que, de igual modo que a la inmensa mayoría nos preocupa muy poco cómo se elaboran gran parte de los productos que consumimos, las condiciones laborales de las personas implicadas en los procesos de confección, su protección de la salud y seguridad en el trabajo, su edad, salario, horarios, etc, etc, siempre que tengamos un buen artículo a precio razonable, eso mismo debe extrapolarse al presente caso. A la generalidad (y al generalato) no le importa cómo quieran llamar al Cuerpo o sus condiciones laborales, siempre que obtengan la mayor seguridad posible a un coste razonable. El problema es que el coste real, incluido el económico, resulta mucho más elevado del que uno piensa. No cabe por menos que echar cuentas.-
En el plano más mundano, pero que resulta de mayor interés para el común de los mortales, o sea el meramente económico, resulta muy posible obtener una mayor seguridad ciudadana y un mejor funcionamiento de la justicia en general (no olvidemos que el primer paso de la justicia es la labor policial), con un coste menor. Incluso aunque el gasto fuera el mismo, se podría ofrecer a los ciudadanos de este país un mejor servicio que el que se brinda en la actualidad, pero para ello resulta necesario exigir un correcto uso de los fondos disponibles, una mejor gestión del potencial de servicio y una mayor voluntad política que anteponga los intereses de las personas por encima de los propios o los corporativos, y eso, ya sabemos que constituye casi una utopía.-
Y en otros aspectos más trascendentales, al menos para quienes sentimos la Benemérita de otra forma, qué decir de la terrible tasa de suicidios que nos asola desde hace décadas, sin que exista un interés real por atajarla; o cómo explicar el reciente caso (y otros no tan recientes) de acoso laboral y sexual en donde la propia Administración ha rozado la complicidad; de igual modo la corrupción interna cuya máxima expresión la podemos encontrar en estos momentos en Málaga (el libro ‘ASUNTOS INTERNOS’ lo cuenta muy clarito); también la dejadez en aspectos básicos profesionales tales como dotar de material adecuado y en buenas condiciones de uso a los que se juegan el pellejo en la calle y en aspectos básicos familiares del orden de unos turnos fijos de trabajo o, simplemente, respeto por la vigente normativa sobre jornada laboral, que se ve violentada día a día. Y así podríamos seguir un buen rato.-
En fin, que el oxímoron benemérito seguirá su camino tan campante en nuestras tradiciones, hasta que seamos capaces de hacerle entender a la ciudadanía que les sale muy poco a cuenta mantenerlo tal cual. La gran mayoría de componentes del Cuerpo es consciente de ello, al igual que la otra minoría que resta, la cual se empeña en obviar a toda costa un contrasentido que les resulta altamente beneficioso.-
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