Por Alberto Llana Publicado el 11 de octubre de 2015
Coincidiendo con la celebración de la patrona de la Guardia Civil se reproduce el fenómeno de los obsequios al Cuerpo (normalmente a determinadas personas del Cuerpo), por quienes apoyan a la Benemérita, se sienten agradecidos hacia ella o, también, pretenden causar simpatía o pagar favores pretéritos o futuros. Todo un pastiche de razones que deviene, en definitiva, en una ristra de regalos dirigidos a colaborar en la festividad de la Virgen del Pilar... o eso dicen. Y no solo ocurre con la cercanía del 12 de octubre. Poco tiempo después, de cara a las Navidades, vuelve a reproducirse tal y como dice el refrán “de brevas a higos”, pero en tiempo inferior.-
Igualmente por estas fechas se repite el comunicado de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), recordando que esas ofrendas vulneran los principios en que se basa la Guardia Civil. Efectivamente, el artículo 7º del Capítulo Primero de la primera parte de la Cartilla del Guardia Civil, recoge textualmente que “Cuando tenga la suerte de prestar algún servicio importante, si el agradecimiento le ofrece alguna retribución, nunca debe admitirla. El Guardia Civil no hace mas que cumplir con su deber; y si algo debe esperar de aquel á quien ha favorecido, debe ser solo, un recuerdo de gratitud. Este desinterés le llenará de orgullo; le granjeará el aprecio de todos, y muy particularmente la estimacion de sus Gefes, allanándole el camino para sus ascensos”. Sin embargo y como suele suceder en el mundo real, estas prescripciones van perdiendo fuelle cuanto más deben remontar la Escala de mando, de tal forma que, llegados a un determinado número de puntas en la estrellas cosidas al uniforme, el precepto se diluye, se evapora, no queda del mismo ni los vagos recuerdos de cuando te instruían en la Academia acerca de los valores intrínsecos que han hecho de la Institución la más valorada por los ciudadanos de este país y reconocida a nivel mundial. Y es que una cosa es la teoría y otra muy diferente la práctica. Resulta muy difícil rechazar la pata curada de un gorrino cuando va acompañada de unas cuantas 'jotas' en la etiqueta. ¡Qué carajo! y aunque no tenga etiqueta siquiera.-
Ante este recordatorio de la AUGC se producen muchas reacciones. La mayoría de apoyo y repulsa de tales prácticas que, al margen de obviar un mandato interno, podrían en ciertos casos ser consideradas delictivas, si acaso la justicia en general y la fiscalía en particular se preocuparan de estos hechos, cosa que no ocurre ni por asomo. También hay quien defiende la tradición receptiva por encima de unos designios que, cuando no les resultan convenientes, pueden ser relegados al olvido sin que ello suponga sonrojo alguno. Lo que más me llama la atención son aquellos comentarios típicos de que existen cosas más importantes de qué preocuparse y que perdemos el tiempo en chorradas, que eso siempre ha sido así y no pasa nada. Argumentario típico de quien no tiene argumentos sólidos que contraponer a una simple y clara verdad.-
En cuanto a las cosas importantes que hay que resolver y que sirven de arma arrojadiza a quienes quieren menospreciar la labor que realiza la AUGC, se recuerda que hemos convocado para el 14 de noviembre próximo una #MareadeTricornios (recuerden que este artículo se publicó en 2015) y que están invitadas todas aquellas personas que quieran intentar solucionar esas cuestiones tan notables y que tanto desvelo les producen.-
Y en lo referente al tema que nos ocupa, decir para terminar que me gustaría que cundiera el ejemplo visto hace un par de semanas y que partió de un jefe de Comandancia, el cual, mediante escrito dirigido a las Unidades bajo su responsabilidad, les recordaba el exacto cumplimiento del precepto antes señalado. Supongo que con esa actitud no esperará progresar mucho más en su carrera. En cualquier caso me parece una demostración de coherencia y valentía en un Cuerpo con unas arraigadas tradiciones que contradicen su propia esencia. Y eso que todos y todas sabían a dónde venían...
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