Por Alberto Llana Publicado el 14 de noviembre de 2015
Varias decenas de manos sostenían la pancarta. "POR UN FUTURO CON DERECHOS", rezaba. Con paso lento comenzó a avanzar mientras una marea de sentimientos guardaba sus espaldas. Almas festivas pese al recuerdo de otras semejantes trágicamente sesgadas pocas horas antes en una ciudad que, por segunda vez en menos de un año, no fue la de luz sino la del sagrado corazón... la de los sagrados corazones.-
Aire gozoso pese a todo porque los derechos a los que se refiere la pancarta no tienen por qué ser reivindicados a cara de perro. Esa faceta la tienen patentada quienes se empeñaron fútilmente en impedir o menospreciar la que ya se ha convertido en la mayor manifestación de guardiaciviles. Quien no haya podido estar lo lamenta, quien no haya querido estar se arrepiente, quien la ha querido reventar se revienta. Tal ha sido el éxito de la convocatoria.-
Y por allí tuvo a bien pasar el inútil mayor del reino benemérito. Extrañado preguntó si íbamos a seguir adelante después de lo acontecido en París. Pues sí, esto ya no lo puede parar con triquiñuela alguna. No sé qué carajo le han contado quienes le hacen de mamporreros mientras despoja de dignidad a sus palmeros, pero nos tiene hasta esa parte de la anatomía que poco más tarde le cantarían miles de gargantas. Quizás no lo pille todavía... quizás nunca lo pille.-
No tenéis vergüenza dicen que dijo. Como si él supiera qué demonios es eso. Vergüenza la tiene quien cumple su palabra, y ese tipo ha demostrado el valor de la suya después de comprometerse a algo que sabía de antemano que no cumpliría. Vergüenza la tiene quien no usa su poder para reprimir cuando le faltan razones para convencer. Y como este artículo no va de semejante ser humano y ya ha chupado demasiado plano, concluiré explicándole que tenemos vergüenza porque nosotros sí somos personas que se visten por los pies. Y como tales hemos trasladado una #MareadeTricornios hasta la puerta misma de su pocilga.-
Pero sabemos perfectamente que esto no termina aquí. Trataran, él, sus compinches y palmeros, de pasar una factura alta por lo acontecido. Y la respuesta será la misma que las otras cuatro veces que se vivió algo parecido a lo de hoy. Ya no hay vuelta atrás por una razón muy sencilla. Porque queremos de verdad lo que pedimos en la pancarta.-
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