Por Alberto Llana
En el mes de diciembre de 2020 se cumplieron 175 años desde que se aprobara la famosa Cartilla del Guardia Civil. Y a colación del evento me puse a buscar los orígenes de la expresión 'leer la cartilla', sinónimo de reconvenir, corregir o echar la bronca a alguien si no cumple como corresponde. Según la RAE, cantarle o leerle a alguien la cartilla significa reprenderle, advirtiendo lo que debe hacer en algún asunto. Y curioseando por internet me encontré con que muchas fuentes achacan el origen de la frase a la propia Cartilla Benemérita, aunque realmente no sea así. Veamos las diferentes posibilidades que se han planteado sobre la procedencia de la locución.-
La Cartilla del Guardia Civil, elaborada por el fundador del Cuerpo, Francisco Javier Girón y Ezpeleta, II duque de Ahumada y V marqués de las Amarillas, en el verano de 1845, es un verdadero código moral para los componentes de la Benemérita que recoge aspectos que en estos momentos pueden resultar chocantes pero que en aquellos tiempos marcaban la diferencia con otros cuerpos de seguridad y fijó los fundamentos de una institución llamada a superar con nota cualquier dificultad que se topase en su camino, logrando la confianza y el agradecimiento de los ciudadanos a los que sirve. Cuestiones como la obligación de afeitarse tres veces por semana, limpiarse las uñas, mantener correctamente la higiene, no perder ningún botón ni corchete del uniforme o no usar palabras malsonantes o palabrotas. Periódicamente, los mandos leían la Cartilla en público a los guardias o les preguntaban por su contenido, comprobando que eran conocedores del mismo. No hacerlo era motivo de sanción e, incluso, de expulsión del Cuerpo. Por ello existe una creencia extendida de que el dicho tiene este origen... pero no.-
En el Diccionario de la Lengua Castellana (Sexta Edición) de la Academia Española, publicado en 1822, ya se recogía este modismo, es decir, 22 años antes de la creación de la Guardia Civil, por lo que queda descartada esta primera teoría.-
Otra teoría sugiere que el germen de la frase proviene de una expresión inglesa: "to read the Riot Act", o bien “to read de Riot”, a secas. La 'Riot Act' fue una ley de orden público promulgada por el Parlamento Británico en 1714, entrando en vigor el 01 de agosto del año siguiente. Esta norma tenía un título muy largo que decía así: "An act for preventing tumults and riotous assemblies, and for the more speedy and effectual punishing the rioters", que traducido viene a significar “Un acta para prevenir tumultos y asambleas alborotadas, y para castigar más rápido y eficazmente a los alborotadores”, toda una declaración de principios. Según la Riot Act, si un grupo de una docena o más personas se reunían y mostraban signos de rebeldía, las autoridades (policía, alguacil, sheriff o incluso el alcalde) podían proceder a dispersar a los congregados, estando autorizadas a ayudarse de otras personas reclutadas para ese fin. Pero antes de ello, la autoridad debía leer literalmente la ley a los integrantes del grupo y esperar un periodo de gracia de una hora, salvo que la situación estuviera fuera de control. Si transcurrido el periodo de gracia, la multitud permanecía reunida, eran acusados formalmente de un delito grave que podía acarrear hasta la pena de muerte. La Riot Act estuvo en vigor hasta mediados del pasado siglo, aunque el último intento conocido de 'leerla' tuvo lugar en la denominada 'batalla de George Square' en Glasgow, Escocia, el 31 de enero de 1919. En aquella ocasión, los manifestantes que luchaban por la reducción de jornada laboral, desde las 57 hasta las 40 horas semanales, se enfrentaron con la policía. Durante el conflicto, un alguacil comenzó a leer el Acta, pero la hoja de papel que contenía el texto le fue arrebatada de sus manos por los manifestantes. Finalmente, tras graves disturbios, la jornada laboral quedó establecida en 47 horas semanales. Esta ley fue finalmente derogada en Inglaterra y Gales por el Código Penal de 1967, que eliminó una serie de leyes obsoletas.-
Aunque resulte interesante la lección de historia, poco aporta al objeto de este comentario ya que resulta difícil imaginar que la expresión “leer el acta” se hubiera comenzado a usar en nuestro idioma y, además, reconvertida en “leer la cartilla” toda vez que sería una expresión vacía de significado para nosotros. Pero, como mencioné anteriormente, hay quien piensa que puede haber relación entre lo explicado y la frase de marras.-
Retrocediendo más en el tiempo, quienes más afinados se muestran a la hora de establecer el origen del modismo señalan la obra picaresca “El donado hablador: Vida y aventuras de Alonso, mozo de muchos amos” compuesta por el doctor Gerónimo de Alcalá, Yañez y Rivera, que data de 1624, en la que ya se menciona esta expresión: “...nos fuimos los dos a la posada, y en el camino me leyó la cartilla de lo que había de hacer...”. Está claro que la frase no procede de este libro pero nos transmite la idea de que resulta muy anterior a la fundación de la Guardia Civil y que quizás tenga que ver con los tratados breves y elementales de algún oficio o arte. Los diferentes cuerpos del ejército, mucho antes de la redacción de la Cartilla del Guardia Civil, disponían de manuales o cartillas que recogían el reglamento, las normas de comportamiento y las medidas disciplinarias. Periódicamente, los mandos leían la cartilla a la tropa y comprobaban que cumplían el reglamento. No hacerlo era motivo de sanción. Usos y costumbres que heredó en su momento la Benemérita dado su carácter militar.-
También se apunta a los librillos que servían a los niños para aprender a leer y escribir. En este sentido pudiera ser posible que el dicho se refiera a la actitud del maestro ante el alumno que no se sabía la lección, obligándole a leerla delante de él para que no la olvidara. Aunque esta posibilidad tenga mucho más sentido si quien se la leyera fuera el profesor al estudiante, teniendo en cuenta su significado. En cualquier caso, no he podido encontrar su origen verdadero. Quizás alguna persona que lea estas líneas me pueda iluminar al respecto y, por qué no, leerme la cartilla.-
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