Escrito por LlanAUGC 20-12-2017
Por Alberto Llana
El Guardia de Puertas miraba la pantalla del ordenador en busca del personal que pasaría destinado a ese Cuartel en el avance de destinos que la Dirección General de la Guardia Civil acababa de publicar. Ese avance, como su nombre indica, es una previsión del personal que cambia de destino y puede ser recurrida en un tiempo estipulado en el propio anuncio, por lo que puede ocurrir que ese listado provisional no sea el definitivo. En aquella ocasión, el adelanto era por partida doble ya que había uno referente a guardias civiles y otro a tenientes. Después de comprobar que para su Unidad había previsto que pasaran destinados dos guardiaciviles y un teniente, continuó con sus labores habituales.-
Poco tiempo después el teléfono sonó y el agente de servicio lo descolgó, repitiendo la fórmula habitual: “Guardia Civil de….. ¿con quién hablo, por favor?”. Una voz masculina le dijo su nombre, el cual le recordó algo al guardia de servicio, aunque no pudo establecer una relación inmediata. No obstante, su interlocutor le aclaró que era el teniente que había sido destinado a ese cuartel en el avance. Claro, por eso le sonaba el nombre, lo había visto unos minutos antes en la pantalla del ordenador. Tras preguntar en qué podía ayudarle, el teniente se interesó por el estado del pabellón (vivienda) que le tocaba por su destino como adjunto al mando de la Compañía Territorial. El Guardia de Puertas le aclaró que en ese cuartel no había pabellón alguno previsto para un oficial ya que nunca antes había estado destinado allí oficial alguno.-
Transcurridos unos veinte minutos tras colgar el teléfono, apareció en el Cuarto de Puertas el sargento Comandante de Puesto y le dijo al guardia que cogiera las llaves de los dos pabellones que había vacíos en ese momento y le acompañara. Subieron las escaleras del cuartel y entraron en las dos viviendas desocupadas, comprobando el estado de cada una de ellas. Terminada la inspección, el suboficial sacó su móvil del bolsillo del pantalón y realizó una llamada. Su destinatario era el capitán jefe de la Compañía Territorial y tras el saludo reglamentario, el sargento informó al oficial cuál de los dos pisos estaba en mejor estado. Al día siguiente se reunió de urgencia la Junta de Pabellones de la Zona, órgano encargado de la gestión de los pabellones existentes en la Comunidad Autónoma y que tiene como misiones las de determinar la clasificación de los pabellones existentes en su demarcación o asignar los cupos correspondientes a cada Unidad, entre otras. Esta Junta se reúne normalmente una vez al semestre, salvo que su presidente la convoque porque lo considere necesario, como en esa ocasión. El asunto a tratar fue la reclasificación del pabellón que el sargento le había trasladado al capitán, de tal modo que tras levantarse la sesión de la Junta de Pabellones, el mismo había sido reclasificado como 'de cargo' y por tanto su destinatario sería quien ocupara el cargo de oficial adjunto al jefe de Compañía.-
Así, de los dos pabellones que, en principio, estaban pensados para ser ocupados por personal destinado genéricamente en el cuartel, uno de ellos se quedó en exclusiva para ser adjudicado a la persona que ocupara el cargo ya mencionado y no otra. Cuando el avance de destinos se convirtió en definitivo, tras publicarse la resolución oportuna, los dos guardiaciviles que figuraban en él confirmaron su cambio de Unidad y ambos procedieron a solicitar reglamentariamente la adjudicación de una de las viviendas que había disponibles en el cuartel. Como solamente quedaba una, tras la maniobra relatada anteriormente, uno de ellos se quedó sin pabellón, debiendo buscarse una casa de alquiler en la ‘calle’. Por su parte, cuando el teniente se incorporó a su nuevo destino tomó posesión del pabellón que había sido reclasificado expresamente para él, pero solamente como vestuario y almacén de enseres sobrantes porque, lo que son las cosas, disponía de vivienda particular en una localidad sita a unos quince kilómetros del cuartel donde prestaría sus servicios.-
Cuando escuchas historias como esta me pongo a pensar en esos valores en los que tanto inciden desde que pisas por vez primera una academia del Cuerpo. Que si el honor, que si la lealtad, que si la justicia… Y, claro, a mí me entra la risa floja porque lo del cabreo ya quedó relegado por la experiencia.-
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