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LA ¿MEJOR? DIRECTORA

Por Alberto Llana

María Gámez Gámez (Gámezx2, como yo le digo) ya es agua pasada para la Guardia Civil, por suerte, añado. Vino a hacer historia, al ser la primera mujer en dirigir el Cuerpo, y se larga cabizbaja arrastrando tras de sí cual bola de presidiario los frutos cultivados con tanto cariño y tesón por sí misma. Allá por el verano de 2020, pocos meses después de su toma de posesión en el cargo, acuñé la máxima “GÁMEZ OVER” porque desde muy temprano esta señora se reveló como un objeto inútil que había venido a figurar, a satisfacer el capricho político de un Gobierno que deseaba destacar por romper ese techo de cristal que tanto han usado como argumento para justificar verdaderos despropósitos como el que comento. Lo de romper techos de cristal resulta muy loable, pero no a cualquier precio porque si te vas a cortar con las esquirlas resultantes, tal es el caso, mejor pensarlo detenidamente antes de mover ficha. El ministro Marlaska fue el principal impulsor de su nombramiento pese a las reticencias de la responsable del otro ministerio implicado, el de Defensa, con una Margarita Robles que ni siquiera hizo acto de presencia en la toma de posesión de María Gámez como Directora General, lo que dice mucho sobre la falta de acuerdo en esa decisión. Siempre he tenido la sospecha de que Robles sabía o al menos intuía lo que se escondía detrás de esa maniobra.-

La dimisionaria ha estado algo más de tres años al frente de la Benemérita (23/01/2020 al 22/03/2023) y pocas cosas buenas pueden mencionarse de su gestión, aunque si hubiera alguna quedaría de inmediato oscurecida por su inacción de cara a la pandemia, sobre todo en las semanas anteriores a la declaración del Estado de Alarma. Verán ustedes, a mediados del mes de febrero de 2020, el servicio de prevención de riesgos laborales de la Guardia Civil concluyó un informe que alertaba de los riesgos que se avecinaban por culpa del maldito virus y de la necesidad de adoptar medidas preventivas al respecto, en consonancia con otro informe que, en el mismo sentido, había emitido la Policía Nacional justo al día siguiente a la toma de posesión de María Gámez (consulten la hemeroteca: https://www.20minutos.es/noticia/4211601/0/informe-policial-advirtio-gobierno-riesgos-coronavirus-enero-reclamo-proteccion-agentes/ ). Pues bien, la Gámez no solamente hizo caso omiso de la advertencia sino que, tras declararse el Estado de Alarma, desapareció del mapa durante muchas semanas ya que en política siempre se considera más adecuada la inacción que la toma de decisiones arriesgadas que tanto pueden encumbrarte como destruirte. «Peor es meneallo, amigo Sancho», afirmó don Quijote. Resulta fácil imaginar que la Gámez optó en aquellos momentos por seguir el consejo del ingenioso hidalgo. El resultado fue muy desastroso para muchos compañeros y sus familias. Es una lástima que estas cosas se tiendan a olvidar por aquello de que la vida sigue y el recuerdo resulta muy doloroso. Pero frente a esta realidad tangible, cualquier decisión positiva que se le quiera achacar durante su mandato se queda en agua de borrajas.-

Tampoco está de más mencionar de qué manera repartió los dineros del tercer tramo “equiparador”. Recordemos: los Empleos de Comandante a Teniente General experimentaron una subida salarial mensual de 156,64€, mientras que los miembros del Cuerpo del Empleo de Guardia Civil tan solo vieron aumentada su nómina en 104,41€. En otras palabras, una diferencia del 50% entre unos y otros. Pero no contenta con tal despropósito, unos meses después aprobó una reforma normativa para apropiarse de una cantidad monetaria destinada igualmente a la equiparación salarial, y que asciende a unos 600€ anuales por persona, con la promesa de devolver una parte de lo hurtado si se trabajaba más. Una jugada maestra parecida a lo de contar como 15 horas de servicio turnos de 24 horas seguidas de trabajo. Más recientes son las chapuzas de las pistolas 'Ramon', la compra de una ingente cantidad de vehículos eléctricos sin que haya puntos de recarga suficientes para poder darles uso, las motos eléctricas del SEPRONA, con una autonomía de 63 kilómetros en carretera y un tiempo de recarga de unas nueva horas. O el descarado aumento de destinos de libre designación con su beneplácito. Y por supuesto, todos esos casos de corrupción que campaban a sus anchas sin que ella se enterase, al parecer, porque estaba demasiado ocupada en dar discursos políticos, algo tan insólito como rechazable en una persona que debería cuidar al máximo las maneras y las formas mientras ocupa un cargo tan sensible como el que se le confió en su momento. Hay más cosas que reseñar pero estos pocos ejemplos son bastante ilustrativos y tampoco es cuestión de aburrir al lector.-

Tras anunciar su salida del despacho principal del acuartelamiento sito en la madrileña calle de Guzmán el Bueno, su mentor, Marlaska, se despachó con una de las mayores estupideces que podían salir de su boca. Escaso de argumentos para alabar la labor de María Gámez, soltó aquello de que había sido “la mejor dirigente” que ha tenido la Guardia Civil en sus 178 años de historia desde que la fundara el Duque de Ahumada. Sin entrar en disquisiciones sobre los dos decretos fundacionales de la Benemérita, de los cuales el Duque es autor del segundo de ellos, el hecho de incluirlo en la ecuación y asegurar que la Gámez ha sido mejor que él es para lavarle la lengua con lejía. Hubiera quedado mejor de haber pronunciado realmente lo que le atribuyen muchos medios de comunicación, no sé si erróneamente o por mala leche: «Marlaska califica a María Gámez como la mejor directora de la Guardia Civil en los 178 años de historia». Al menos no hubiera quedado por mentiroso además de cebollino ya que al ser la única mujer que ha dirigido el Instituto, no cabe duda que ha sido la mejor, de igual forma que la peor. También la más alta o la más baja, la más honesta o corrupta, todo cabe. Aunque a mi me queda una duda. Si la Gamezx2 ha sido la mejor dirigente no me explico cómo ha podido sobrevivir la Guardia Civil todo este tiempo.-

En fin, que me despido de ella con la esperanza vana de no tener que recordarla, aunque antes me gustaría reflexionar sobre una frase que dijo en su toma de posesión: «No es lo más importante ser la primera, quizás lo más importante es no ser la única o la última». Pues no, señora, quizás lo más importante sea irse con la cabeza alta, algo que usted no ha podido hacer.-


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