Por Alberto Llana Publicado el 26 de abril de 2017
Tras el conocido caso de la guardia civil expedientada por ir al baño durante su servicio por venirle el periodo y las repercusiones incluso a nivel internacional desencadenadas por este hecho, algunos partidarios de la medida disciplinaria intentaron justificar esta clara injusticia con argumentos baladís, cuando no torticeros. Un medio de comunicación llegó a asegurar que el teniente ‘compresas’ razonaba su parte disciplinario en el nivel de alerta antiterrorista que en la actualidad se mantiene en nuestro país. Aunque, en realidad, el teniente no ha dicho nada al respecto. Tal aseveración partió de una asociación profesional dirigida por un señor que se lamenta de que los subordinados se molesten cuando sus superiores ‘les ponen las pilas’, así que ya se pueden imaginar el paño.-
Aprovechando el dislate, convendría puntualizar una serie de cuestiones para poder comprobar lo acertado de tal razonamiento. Recordar primeramente que la compañera expedientada se ausentó para ir al aseo cuando tenía marcado un servicio que comúnmente se conoce como ‘punto de verificación’. Este cometido resulta tan sumamente importante que cualquier otro quehacer que surja con ocasión del servicio es suficiente para suspender su ejecución. Tan trascendente que, en el caso de autos, se desarrollaba por una pareja de guardiaciviles. Tan preponderante que solamente atiende a dos criterios principales, el estadístico y el aparente. Por estas razones, el oficial, tras advertir la ausencia de la compañera de ese punto de verificación, decidió zanjar el asunto con una mera advertencia verbal, al margen de los presuntos excesos dialécticos que dicen que utilizó a tal fin. Recordemos que no es hasta bastantes días después y tras enterarse que la guardia había trasladado a un superior su queja por las formas usadas por el teniente cuando éste decide emitir el parte disciplinario.-
El nivel 4 de alerta antiterrorista, según la normativa reguladora, implica un riesgo de atentado alto y se concreta en un catálogo de medidas de seguridad. Básicamente son éstas: las Fuerzas de Seguridad del Estado elevan la presión sobre personas sospechosas de terrorismo, lo que en la práctica conlleva la movilización total de los agentes de la lucha antiterrorista, que extreman las tareas de vigilancia e información sobre personas de riesgo. Protección de centros sensibles, como las centrales nucleares, centros de transporte, estaciones de tren o aeropuertos. Mayor vigilancia callejera con incremento de la presencia de agentes de los cuerpos de seguridad en las calles. Advertencia a las Fuerzas Armadas para que incrementen el nivel de protección sobre sus instalaciones. Además, en el caso de que los agentes de las Fuerzas de Seguridad tuviesen problemas para cubrir todos sus objetivos, los militares tendrían que colaborar en estas tareas.-
Atendiendo a la excusa ofrecida, y dando por sentada la preocupación del teniente 'compresas' por la correcta realización del servicio durante la actual situación de alerta 4, sorprende que ese desvelo no se manifieste a la hora de extremar las medidas de seguridad del personal que presta el servicio de verificación. Solo tenemos que recordar lo sucedido hace escasos días en París para hacernos una idea de lo peligroso que puede llegar a ser un punto estático de control llevado a cabo por dos agentes solamente. Cierto es que resulta normal en la Guardia Civil este tipo de situaciones pero ello no hace más que confirmar la incorrecta aplicación de los protocolos de seguridad que conlleva una alerta de tipo 4 sobre 5 y la desidia de los responsables de nombrar y supervisar esos servicios. De igual forma, si la inquietud del oficial fuera tan real como se intenta vender imagino que hubiera tenido tiempo para solicitar chalecos antibala femeninos para su Unidad ya que no existen y la compañera expedientada solo tiene acceso a uno de tipo masculino.-
Tal y como lo veo, antes de usar el nivel de alerta antiterrorista como arma arrojadiza contra los subordinados a conveniencia, deberían demostrar que realmente les importan las condiciones de seguridad de quienes deben desarrollar su servicio a pie de calle, procurando facilitarles los medios adecuados, el apoyo necesario ante posibles atentados, optimizar los recursos humanos disponibles dado que una de las premisas derivadas de la actual situación, como se ha visto, es precisamente el incremento de agentes patrullando, algo que choca frontalmente con la pérdida manifiesta de efectivos que arrastran los cuerpos policiales y que podría mitigarse con una correcta utilización de los disponibles y, por qué no, echando una mano en las labores de prevención, más necesarias que las de supervisión en la presente coyuntura. Mientras no sea así, traer a colación la situación de alerta como justificación a una injusticia es pura demagogia o, como he titulado este comentario, una excusa de nivel 4.-
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