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ESTELARSE

Por Alberto Llana Publicado el 26 de mayo de 2016




El frustrado intento político por prohibir la exhibición de esteladas en la final de la Copa del Rey de fútbol nos ha proporcionado retratos claros acerca de las posturas que cada cual defiende. En mi opinión, la decisión adoptada por la señora Dancausa no fue por motivos de seguridad, cuestión corroborada a posteriori en el devenir del encuentro deportivo, por lo que no puedo estar de acuerdo con ella. Creo que su postura perseguía agradar a ciertas esferas y justificar o disculpar otras meteduras de pata que atesora en su corta estancia en la madrileña calle de Miguel Ángel. Dicho esto, aclaro que esa bandera ni me va ni me viene. No significa nada para mí y lo único que me produce es cierta pena por que creo que quien la exhibe muestra su menosprecio por la enseña oficial de Cataluña, a la cual deberían de mostrar respeto, si acaso les quedara un resquicio del mismo.-


Sin embargo, la instantánea más llamativa de todas ha sido la del Fútbol Club Barcelona, presentando un recurso judicial ante la prohibición administrativa. La deriva política de esta institución ha pasado de ser de muy preocupante a vergonzosa, directamente. Dudo mucho que hubiera adoptado una posición tan firme si de cualquier otro blasón se tratase, incluido el antedicho estandarte oficial catalán. Si a ello añadimos el llamamiento de un antiguo presidente del club en orden a no comparecer en el césped de mantenerse la exclusión, el corolario que se extrae es que sus preocupaciones deportivas, por desgracia, quedan relegadas a un segundo plano. Y no mejor paradas quedan las imágenes de ciertos personajes que se olvidan convenientemente de su responsabilidad al frente de instituciones que representan a colectivos de personas, entre las que se cuentan tanto las que sienten simpatía por la estelada y las que no. En especial, la alcaldesa barcelonesa, defendiendo la libertad de expresión, cuando no hace mucho demostró su escaso aprecio por tal Derecho y por la enseña nacional en la famosa escena del ayuntamiento de la Ciudad Condal, sobrenombre que supongo le disgustará por recordar la verdadera esencia de la metrópoli.-


Otra alcaldesa, en este caso la madrileña, también se mostró dispuesta a no acudir al estadio por esta cuestión, con idénticos argumentos que su correligionaria del municipio barcelonés. Es de suponer que con esas mismas tesis debería declinar cualquier invitación a acudir a un Ayuntamiento donde, como he relatado, a la bandera española no se le dispensa el respeto debido, aunque me temo que eso no sucederá, dado el grado de hipocresía que reina en la política española, mires a donde mires. Por su parte, el modernillo despeinado Puigdemont amagó con más de lo mismo ignorando su condición de president de todos los catalanes, la mayoría de los cuales, como se ha comprobado, no albergan sentimientos independentistas. Por cierto, pensando en una utópica 'desconexión' catalana, me pregunto qué estelada sería la elegida como representativa. Me imagino al Carles y al Artur enfrentados al Oriol y la tribu CUP, unos defendiendo la variante con fondo azul y estrella blanca y los otros la de fondo amarillo y estrella roja. Acabarían separando Cataluña en dos pedazos según el gusto colorista de cada cual, no se extrañen.-


Pero volviendo al hilo de la desacertada resolución de Concepción Dancausa y de la hipocresía política que nos rodea, debo recordar que fue esta señora la que prohibió la manifestación convocada por la AUGC en el mes de noviembre pasado. Otro craso error corregido judicialmente y del que no quiso aprender nada. Tal es así que cuando le solicitaron que vetara una manifestación neonazi, celebrada el pasado sábado, replicó que no podía hacerlo dado que en otras ocasiones “los tribunales han dado la razón a los organizadores”. Mira por donde, cuando la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) organizó en 2010 otra manifestación, también fueron los tribunales quienes dejaron patente que ese Derecho no podía ser imposibilitado a los miembros de la Benemérita. Pero, al parecer, este extremo era desconocido para la Delegada del Gobierno en Madrid y su cohorte de asesores, insistiendo en el yerro. En resumen que la María Concepción, con esto de la estelada, ha vuelto a 'estelarse', valga el palabro.-



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