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¿ESTAMOS DE PERFIL?

Por Alberto Llana


A Ángel Iglesias Gajate, Secretario General de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) en Cantabria, acaban de despojarle de su titulación de Técnico en Desactivación de Artefactos Explosivos (TEDAX). La Dirección General de la Benemérita considera que ya no tiene la preparación suficiente como para seguir al pie del cañón pese a sus 35 años de experiencia en esa Especialidad. La realidad es bien distinta. Posee no solo la preparación adecuada, además la evidente pericia surgida con el paso del tiempo y que pocos pueden igualar. La causa de los males de Ángel ya la mencioné tras sus apellidos al comienzo de este texto, o sea, su cargo asociativo. Las valoraciones positivas de sus superiores no han servido de nada porque en la Dirección General de la Guardia Civil se han empeñado en defenestrarle y, de paso, que su desgracia cale hondo en las mentes de otros profesionales del Cuerpo con las mismas inclinaciones asociativas que él. Ángel Gajate decidió no ponerse de perfil antes los evidentes problemas que atraviesa la institución y los agentes que la componen, los encaró del mismo modo que ha encarado muchos artefactos explosivos a lo largo y ancho de su dilatada carrera, de la misma forma que ahora encara esta gran injusticia.-


A comienzos del mes de febrero, el Tribunal Militar Central anulaba la pérdida de destino que, como castigo, le impuso la ministra de Defensa al Secretario General de la AUGC en Cáceres, Juan Carlos Gómez Alcaraz, y lo hacía al estimar que era contraria a Derecho. Por si ello no fuera suficiente, la sentencia de la Sala de Justicia destacó que durante la tramitación de su expediente sancionador algunas decisiones se adoptaron según “el personal criterio” del instructor del procedimiento y, además, con graves incumplimientos por parte de la autoridad sancionadora, o sea la propia ministra. Pero las personas señaladas no recibirán nunca el castigo que se merecen, eso por descontado, lo contrario haría que perdiera su esencia la denominada 'justicia militar'. El caso es que a Juan Carlos se le intentó desterrar tras tres décadas viviendo y sirviendo en esa ciudad. Sus 'pecados', al igual que los de Ángel, fueron los de representar a los afiliados a la AUGC y, por extensión, al resto de miembros del Instituto, y ello no puede salir gratis en un Cuerpo que todavía no asimila el alcance real de lo que se conoce como Estado de Derecho.-

A finales del propio mes de febrero, la Sala de lo Militar del Supremo confirmaba una sanción de un mes de suspensión de empleo a otro Secretario General de la AUGC que había enviado un escrito al Director General de la Guardia Civil mediante el cual le participaba unas presuntas irregularidades cometidas por un Oficial del Cuerpo. La sentencia del Alto Tribunal considera que en ese escrito se relataban una serie de circunstancias que no eran ciertas, por lo que estima ajustado a Derecho el castigo impuesto por realizar “cualquier reclamación, petición o manifestación contrarias a la disciplina debida en la prestación del servicio o basadas en aseveraciones falsas, o formuladas con carácter colectivo”, precepto contemplado en el Régimen Disciplinario de la Guardia Civil (LORDGC). No obstante, si en vez de ser un representante de la AUGC hubiera sido otra persona no tan molesta para el establishment, seguramente tendrían muy en cuenta su condición de representante asociativo y otras pequeñeces legales que atañen al conjunto de miembros de la Benemérita, tanto en Activo como en Reserva, tal es lo contemplado en el artículo 40.1 del Régimen Disciplinario: “Todo componente de la Guardia Civil que observe hechos que pudieran constituir faltas imputables a miembros de mismo, superior o inferior empleo, deberá formular parte a la Autoridad o mando que tenga competencia para conocer de la presunta falta observada...”, o también que su artículo 8.36 prevé la falta disciplinaria de carácter grave: “El encubrimiento de la comisión de una falta muy grave”, mientras que en el artículo 9.21 se establece como falta de carácter leve “El encubrimiento de la comisión de una falta grave o leve...”. Pero claro, esas cuestiones tan sólo son merecedoras de atención cuando, tras imponerle una sanción infundada a un subordinado, éste demuestra lo injusto del acto. Es entonces cuando se despliega el argumento de que “Todo mando tiene el deber de corregir las infracciones que observe en los de inferior empleo...”, que igualmente recoge la ley, aunque ello no incluya, mal que les pese, los abusos e injusticias, que es de lo que se trata.-


Los anteriores ejemplos han ocurrido en tan solo mes y medio, y lo peor es que no son todos los habidos sino los más relevantes de los que atañen a representantes de la AUGC, la organización profesional más golpeada por el garrote vil de la Administración en lo que llevamos de siglo, a lo que debemos sumar lo acontecido en la última década del pasado, cuando comenzamos el camino. Y como por desgracia vamos sobrados de ejemplos como los relatados, se hace muy cuesta arriba escuchar o leer comentarios respecto a la tibieza de nuestra organización frente a los abusos del Estado. Y si acaso procedieran de personas desconocedoras de nuestra historia, de lo que realmente se cuece intramuros y de las hostias que te llevas cada vez que dices, haces o siquiera insinúas, algo que no es del agrado de tus superiores, bien podrías mandar al interfecto o interfecta a hacer gárgaras con vitriolo, pero no, algunas de esas críticas son vertidas por individuos que conocen bastante bien el paño, incluso lo han sufrido en carne propia, aunque tengan memoria corta.-


Pese a todas las dificultades y hostigamientos que hemos afrontado en las tres últimas décadas, se han producido en la Guardia Civil relevantes avances que no hubieran visto la luz de no haber sido reivindicados por la AUGC. Derechos como el de asociación, manifestación, vacaciones, jornada laboral y algunos otros como el de no resultar privado de libertad por cometer una simple falta disciplinaria (administrativa al fin y al cabo), no nos los hubieran regalado quienes defienden a ultranza que el carácter militar es una burbuja impenetrable para los más básicos derechos de cualquier ciudadano y que ello es así porque de lo contrario los guardiaciviles no cumplirían correctamente las misiones encomendadas.-


Nunca nos hemos puesto de perfil ante ningún desafío ni meta a conquistar, más al contrario las hemos acometido como mejor pudimos o entendimos, con algunos fallos y bastantes aciertos, igual que cualquier hijo de madre. Y en esas seguimos. No me cabe duda que hay determinados seres que, al menos mentalmente, están seguros de que lo hubieran hecho mejor. Una lástima que hayan dejado pasar la ocasión, quedándose en la barrera a contemplar cómodamente la faena ajena. Ya sé que su íntimo deseo es que los demás fijen el rumbo conforme a su personal y privilegiada bitácora, pero no está de más ser precavido con las direcciones que indican las brújulas de los desnortados.-


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