Escrito por LlanAUGC 06-01-2019
Por Alberto García Llana
A lo largo de las últimas cuatro décadas de democracia hemos podido observar a determinadas personas que se han labrado un camino político a base de faltar al respeto a todo aquel que se le pusiera por delante. Con la excusa del debate de ideas y la manga ancha que se les tolera en las Cámaras de representación han podido exhibir su insolencia hasta la extenuación, llegando a convertirse en verdaderos maestros del descaro y la impertinencia. Debido quizás a la excesiva permisividad del sistema, con el paso del tiempo han ido aflorando personajes con intención de, no solamente emular, sino superar a sus antecesores y así hemos llegado a nuestros días, en los que campa a sus anchas uno de los individuos más especializados en estas lides. Incapaz de proponer cosa buena o positiva alguna -si acaso la expresara, seguramente no sería de cosecha propia-, se gana su sueldo público a base de groserías e insultos y en ese terreno hay que reconocerle cierta destreza, aunque no mucha, ya que resulta habitual verlo salir escaldado de las interminables escaramuzas verbales o escritas en las que asienta su carrera política.-
Una de esas refriegas aconteció no hace mucho y su oponente dialéctico fue un miembro de la Benemérita, según la información que trasmite su perfil en una red social. El mentado guardia había enviado una serie de mensajes aludiendo a los fascistas catalanes que habían agredido a un compañero suyo durante el trascurso de una manifestación celebrada en Barcelona y a los 'presos políticos' que, en su opinión, no son más que hijos de mala madre. Ante ello, el político rufián al que me refería en el párrafo anterior, envió un mensaje en el que le solicitaba al ministerio del Interior que controlaran un poco al supuesto miembro de la Guardia Civil. Y aquí hago un primer inciso para preguntarme si acaso haría la misma petición si se tratara de componentes de la policía autónoma catalana enviando mensajes contra los constitucionalistas o contra políticos encarcelados o en prisión preventiva por vulnerar algún precepto legal. Y mira que los hay, incluso alguno cuya identidad está sobradamente contrastada y sigue destilando odio hacia cualquier prójimo que no ondee la estelada las veinticuatro horas del día. Como no soy seguidor en redes de rufianes de su calaña y solamente me entero de sus necedades a través de los medios de comunicación, ignoro si alguna vez ha solicitado al responsable político catalán de los Mossos un poco de control sobre la cuestión, pero me extrañaría que así lo hubiera hecho, sobre todo porque esperar un atisbo de coherencia por parte de un rufián es como esperar que de un olmo broten peras.-
No obstante la puntualización, lo destacado de la cuestión fue la respuesta del guardia, el cual le recordó al político que su deber de neutralidad se constriñe a la prestación de sus funciones como servidor público. Efectivamente, el artículo quinto de la Ley Orgánica 2/1986, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, regula los principios básicos de actuación de los miembros de las FyCS, y en su apartado b) se recoge lo que sigue: “Actuar, en el cumplimiento de sus funciones, con absoluta neutralidad política e imparcialidad y, en consecuencia, sin discriminación alguna por razón de raza, religión u opinión”. Por lo que en principio parece tener razón el miembro de la Benemérita. Empero se le olvida el apartado disciplinario ya que, si bien sus comentarios pudieran estar a salvo de acciones judiciales, no puede afirmarse lo mismo en cuanto al severo régimen disciplinario que se les aplica a los componentes de la Guardia Civil. Como ya comenté no hace mucho tiempo, la jurisprudencia en este sentido resulta bastante clara en la exigencia de un comportamiento moralmente correcto. “Están jurídicamente obligados a comportarse con seriedad y decoro, con dignidad y honor militar y con la integridad que demandan el prestigio y buen nombre de ambas Instituciones” (en referencia a los integrantes del Cuerpo y de las FAS), señalaba una reciente sentencia del Tribunal Militar Central, tras analizar una falta disciplinaria grave impuesta a un guardiacivil. A mayor abundamiento, el Fallo indicaba asimismo otras sentencias emitidas por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo que introducen el criterio de que “la conducta o conductas indecorosas tengan proyección fuera del ámbito interno de la Institución: es necesario que los comportamientos integrantes de la conducta se proyecten 'ad extra', trasciendan a personas ajenas al Instituto de la Guardia Civil, las cuales han de conocer tanto los hechos o el hecho como la condición de miembro del Cuerpo del actor”. Para consultar el comentario completo sobre este tema: http://llanaugc.blogspot.es/1539178667/comentarios-en-redes-sociales/
Y no trato de fastidiarle la fiesta a nadie pero conviene saber exactamente el terreno que pisamos cuando nos adentramos en el terreno del uso y disfrute de las libertades que son aplicables a los ciudadanos de este país, en general, y que están recortados o vetados a los funcionarios pertenecientes a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, particularmente a los miembros de la Guardia Civil, por su condición de militares. Al fin y al cabo, siempre se pueden decir las mismas cosas sin correr riesgo de ser expedientado. Hay que echarle imaginación, encontrar circunloquios, perder un poco más de tiempo, pero la seguridad es lo primero.-
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