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Foto del escritorLlanAUGC

EL GUARDIA CIVIL ANTONIO MORENO RAYO

Por Alberto Llana


En el año 1983 estaba destinado en Llanes, una localidad asturiana que albergaba y alberga lo que en la Guardia Civil conocemos como una cabecera de Compañía, es decir una Unidad a cargo de un Capitán (normalmente), que ejerce su mando sobre otras Unidades subordinadas. Por aquellos tiempos varias Líneas (hoy inexistentes) y bastantes Puestos. Uno de esos Puestos era el de Caravia, localidad sita entre Ribadesella y Colunga, escenario de los acontecimientos que relataré. En el verano de ese año, el Capitán de la Compañía nos envió a un Guardia 1º de nombre Inocencio y a mí con un Land Rover de tipo largo a recoger a otro guardiacivil que se mudaba desde ese Puesto hasta el de Llanes. Hasta allí nos trasladamos y conocimos al compañero en cuestión, tocayo mío, por cierto, y cuya amistad aún conservo. Durante el trayecto, Inocencio me contó una historia que había acontecido en el Cuartel de Caravia al comienzo de la Guerra Civil, pero con el tiempo me olvidé de ella hasta que hace unos meses, rebuscando por la red de redes, me topé de nuevo con el suceso que me había relatado el veterano, reviviendo en mi memoria.-


Los acontecimientos, según varias fuentes consultadas, se desarrollaron así: primeros días de la Guerra Civil, los días 18 y 19 de julio de 1936 el Coronel de la Guardia Civil al mando de la Comandancia provincial de Asturias ordena a todos los miembros del Cuerpo que se concentren en Oviedo. En Caravia hay destinados cinco guardiaciviles y cuatro de ellos salen hacia la capital del Principado. El quinto, Antonio Moreno Rayo, se encuentra enfermo y no puede realizar el traslado, quedándose en el cuartel. Antonio era natural de Jaén, había nacido en Campillo de Arenas el 19 de diciembre de 1906 y el azar dispuso que demostrara su valía en un pequeño pueblo muy alejado de su tierra natal. Tras la marcha de sus compañeros se acercaron al cuartelillo tres miembros del Comité de Guerra local instándole a rendirse y a entregar el edificio. Moreno Rayo, tratando de ganar tiempo, contestó que tenía que consultarlo con sus superiores, aunque ya no había conexión telefónica con Oviedo. Unas horas más tarde volvieron los miembros del Comité acompañados de gran número de milicianos insistiendo en que entregara el cuartel. Como la respuesta fue negativa, se desencadenaron las hostilidades. Los milicianos abrieron fuego y el guardia respondió a los disparos causando varias bajas entre los asaltantes.-


Moreno Rayo se movía por las distintas habitaciones todo lo rápido que su estado débil y febril le permitía. Cambiaba continuamente de posición y había colocado varias prendas en las ventanas a modo de engaño. El tricornio en una, el gorro cuartelero en otra, una boina, un sombrero, chaquetas, camisas... Tal fue su determinación que los milicianos llegaron a pensar que en el interior había más personas de las que pensaban, por lo que decidieron pedir ayuda. Hasta el lugar se acercaron varios camiones con refuerzos provenientes de Ribadesella y de Sama de Langreo. Alguna fuente cifra el número de asaltantes en quinientos y otras en doscientos. En cualquier caso la desventaja del guardia era enorme. Emplazaron una ametralladora frente al cuartel y comenzaron a disparar sin cesar. Entre los venidos de Sama había mineros que llevaban consigo dinamita y que arrojaron hacia el cuartelillo. Una de los cartuchos fue a parar sobre el tejado y lo voló, cayendo vigas y cascotes por doquier. Al parecer eso terminó de agotar la resistencia del guardia, que dejó de disparar. Lo encontraron desvanecido cuando por fin los asaltantes lograron su objetivo.-


Moreno Rayo fue trasladado a Ribadesella y sometido a una especie juicio sumarísimo. Pese a la oposición del alcalde de la localidad, fue fusilado cinco días después sentado en una silla porque no podía mantenerse en pie. Su cuerpo nunca ha sido hallado. Existen pocas fuentes donde se relaten estos sucesos y en ciertos datos son confusas, como se ha podido apreciar antes en cuanto al número de asaltantes. De hecho, existe gran diferencia a la hora de datar lo acontecido. Hay quien afirma que ocurrió entre los días 19 al 24 de julio de 1936 y quien asevera que transcurrió entre los días 22 al 26 de ese mes. La Revista de Estudios Históricos de la Guardia Civil, año III, número 6 de 1970, asegura que a nuestro protagonista se le concedió “Una Cruz Laureada de San Fernando al guardia civil don Antonio Moreno Rayo, que, solo en el Cuartel de Caravia, hizo frente a unos quinientos milicianos, a los que a pesar de encontrarse enfermo les causó numerosas bajas hasta caer por efecto de la fiebre en estado agónico y ser luego bárbaramente asesinado en una silla”.-


Imagino que todos aquellos compañeros que pasaron por el cuartel de Caravia una vez retomada su habitual función se sentirían de alguna forma conectados con Antonio Moreno Rayo y su gesta. En cuanto a los tres guardiaciviles que sirven de base para contarla, es decir quien esto escribe, mi tocayo Alberto Pastrana y el Guardia 1º Inocencio, decir que también tienen su conexión particular, que no me resisto a comentar. El Guardia 1º Inocencio fue mi “padrino” en la Guardia Civil, que es la denominación que se otorga al primer guardia con el que realizas servicio. Gran persona y compañero, me transmitió su sabiduría atesorada tras largos años de patear las calles y la historia de Moreno Rayo no fue la única que me contó. Un par de ellas las sigo recordando, no como la presente que se diluyó durante décadas hasta no hace mucho. Alberto Pastrana, tras comenzar a prestar servicio en Llanes, conoció a la hija de Inocencio, Encarna, con la que se casó antes de cambiar de destino, años después, a Palencia, donde siguen viviendo. A Pastrana le entró el gusanillo asociativo y se afilió a la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), llegando a ser Secretario General provincial. Cuando pasó a situación de Reserva, cedió la responsabilidad a otro compañero y se organizó una comida de homenaje a la que acudí encantado. Fue justo el día antes del referéndum ilegal del 1-O. Pocos días después me comunicaron la triste noticia del fallecimiento de Inocencio... Va por ti, “padrino”.-


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