Por Alberto Llana
El pasado domingo unas declaraciones realizadas por el General jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil sacudían el panorama informativo. Recordarán como, en la rueda de prensa diaria sobre la situación de la pandemia que padecemos, y en relación a los bulos que corren por las redes sociales, el General José Manuel Santiago soltó aquello de que el Cuerpo estaba trabajando en dos frentes: «por un lado evitar el estrés social que producen estos bulos, y por otro, minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno». O sea que afirmó sin ambages que la Benemérita está tratando de blanquear la pésima gestión de este Gobierno, que es tal se mire como se mire. Inadmisible desde cualquier punto de vista en un Estado de Derecho, inaceptable desde una perspectiva “Benemérita”, si me permiten el concepto y, además, sin excusa posible.-
Ante el alud de críticas que despertó el comentario, no tardó en salir a la palestra el ministro del Interior asegurando que se había tratado de un lapsus, algo que resulta imposible de creer toda vez que el General estaba leyendo el guión que le habían confeccionado al efecto. Lo que salió de la boca del jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil es lo que estaba negro sobre blanco en el papel y los motivos de esta aseveración los comentaré más adelante. Igualmente he visto y escuchado varias veces desde aquel instante que el malentendido había que achacarlo a la palabra que culmina la oración, es decir “Gobierno”, sugiriendo que en vez de la misma deberían haber usado “Estado”, pero tampoco me cuadra, veamos: “minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Estado”. Nada, que no. “Estado”, según la Real Academia Española, puede referirse a varias cosas. En el contexto en el que nos movemos, bien pudiera ser “País soberano”, “Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio”, o bien “Conjunto de los poderes y órganos de gobierno de un país soberano”. La gestión de la crisis la asumió el Gobierno desde el primer momento, como no podía ser de otra forma en nuestro ordenamiento jurídico. En un principio obviando los claros llamamientos de alarma internacionales y, también, lo que estaba sucediendo en Italia, lo que no deja de ser una forma de gestionar y, de segundas, declarando el Estado de Alarma y centralizando casi todas las decisiones que no estaban de su mano por estar previamente transferidas a las Comunidades Autónomas. Por tanto, la tan repetida gestión la lleva a cabo el Gobierno y no el Estado.-
Por otra parte eso de “minimizar el clima contrario a la gestión” apesta a censura. Porque eso del “clima”, referido a las circunstancias de algo y no a las condiciones atmosféricas, engloba todo tipo de cuestiones. Y en este punto hay que diferenciar lo que es crítica legítima (buena o mala, que de todo hay), de lo que es bulo (volviendo a la RAE: “noticia falsa propalada con algún fin”). Y no olvidemos que el General estaba hablando de bulos, no de críticas. Las críticas legítimas, en un Estado de Derecho, las tienes que aceptar. Las que traspasan esa legitimidad y se adentran dentro del campo proscrito por ley, se las remites al juzgado correspondiente si ese es tu deseo. Lo mismo que los bulos, con la salvedad de que se pueden reputar como tal tanto las noticias o comentarios adversos como los favorables. Pero, claro, a casi nadie se le ocurre que los infundios encaminados a ensalzar la labor del Gobierno van a ser combatidos por este, cuando en buena lógica así debería ser. Por ello me remito a lo dicho más arriba en referencia a que la famosa frase no tiene excusa alguna, sea quien sea el inventor de la misma.-
No obstante quien la pronunció fue el General Santiago y él fue quien se llevó los palos más duros. Y no de forma injusta. Es de suponer que una persona de tan alta responsabilidad y una gran formación policial y militar no es ajeno a lo que dice nuestra Norma Suprema en su artículo 20.1: “Se reconocen y protegen los derechos: a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”, mientras que en su punto 2, se establece que “El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa”. Pero no queda aquí la cosa porque la propia Constitución protege el Derecho de información incluso cuando sea declarado el estado de alarma. De igual forma, en la Ley Orgánica 2/1986 se describen los principios básicos de actuación de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad destacando los siguientes, recogidos en su artículo quinto, punto 1: “a) Ejercer su función con absoluto respeto a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico; b) Actuar, en el cumplimiento de sus funciones, con absoluta neutralidad política e imparcialidad y, en consecuencia, sin discriminación alguna por razón de raza, religión u opinión; c) Actuar con integridad y dignidad. En particular, deberán abstenerse de todo acto de corrupción y oponerse a él resueltamente; d) Sujetarse en su actuación profesional, a los principios de jerarquía y subordinación. En ningún caso, la obediencia debida podrá amparar órdenes que entrañen la ejecución de actos que manifiestamente constituyan delito o sean contrarios a la Constitución o a las Leyes”. Pues tras escuchar las palabras de Santiago, la sensación generalizada es que la Guardia Civil había 'confinado' las anteriores obligaciones para favorecer a un Ejecutivo en tela de juicio por sus reiteradas malas decisiones.-
Tampoco ayudó mucho la ausencia de explicaciones a posteriori porque eso de tirar de currículum en un intento de minimizar las merecidas criticas no aclaró sus palabras del día anterior. Debió esclarecer la cuestión referente a si esa frase era de su cosecha o si se la habían redactado. Pero no quiso hacerlo o tal vez no podía porque desvelaría algo incluso peor que lo dicho. Resulta que el mismo día de la rueda de prensa maldita, horas antes de que comenzara, un medio de comunicación informaba de la existencia de una orden interna de la Guardia Civil en la que se pedía a las diferentes Comandancias del Cuerpo identificar campañas de desinformación, así como bulos y 'fake news' susceptibles de generar estrés social y desafección a instituciones del Gobierno. Tras la tormenta, según aseguró Marlaska, esa instrucción fue retirada, lo que confirma que lo publicado y lo recitado por el Jefe del Estado Mayor del Cuerpo era veraz y, como se comprueba, en ningún momento alude al “Estado” sino al “Gobierno”. No fue en absoluto un lapsus del General, que leyó prácticamente las mismas palabras que figuran en esa instrucción interna. Quizás hubiera corrido mejor suerte achacar el desliz a quien elaboró esa instrucción interna, pero ello conllevaría inevitablemente identificar al responsable y adoptar las medidas disciplinarias, incluso legales, oportunas, algo que no parece que vaya a acontecer, aunque de puertas adentro, en la sede de Guzmán el Bueno, debe haber una marejada de las gordas, cuestión que no calma la grave situación creada de cara a la ciudadanía.-
Con todo, la imagen de la Guardia Civil, tan valorada siempre por la gran mayoría de ciudadanos españoles, ha quedado en entredicho, ya que si en las altas esferas del Instituto son capaces de 'tragar' con premisas que difieren de nuestra Constitución y ordenamiento jurídico, por mucho que den marcha atrás cuando salta el escándalo, resulta normal que muchos se planteen si la Benemérita está al servicio del bien común o del poder establecido en cada momento concreto. Y lo cierto es que la inmensa mayoría de profesionales presta su servicio con arreglo a las premisas legales y constitucionales, con convicción, dedicación y mucho sacrificio. Resulta injusto que los tejemanejes de determinados y escasos personajes que se han olvidado de la principal divisa de la Guardia Civil, el honor, ensucien a capricho esa labor y el prestigio acumulado durante 176 años por puro egoísmo ya que los pilares fundamentales de la Institución se anclan fuertemente en todo lo contrario, como bien se puede comprobar en la famosa Cartilla del Cuerpo. Esa Cartilla que tanto idolatran en público para luego, como se comprueba demasiado a menudo, hacerla trizas con una facilidad pasmosa. Instituto ¿gloria a ti?
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