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EL CONSEJERO PAELLERO

Por Alberto Llana Publicado el 06 de septiembre de 2015




En la última reunión de la comisión preparatoria del próximo Pleno del Consejo de la Guardia Civil nos encontramos con la sorprendente presencia del Coronel Antonio Tejero Díaz como uno de los representantes nombrados por la Administración. La historia reciente de este Oficial del Cuerpo es ampliamente conocida, sobre todo después de la famosa paella que organizara como homenaje al intento de golpe de estado de 1981. Casualmente, el hermano del Coronel, Ramón Tejero, párroco de la localidad malagueña de Mijas, era nombrado hijo predilecto del pueblo y se bautizaba con su nombre la plaza de la iglesia de Santa Teresa de Mijas.-


Sobre tal coincidencia escribía un redactor en un diario preguntándose por qué mientras a un hermano le rendían homenajes al otro se le acosaba por ser hijo de quien es. No sé si a alguien más se le habrá ocurrido o es cosa mía pero creo que quien se extrañe de esta concreta cuestión o 'coincidencia' no debe tener una lucidez como para andarse con jactancias. Sobre la labor de Ramón no tengo demasiado conocimiento salvo el transmitido por el propio Coronel Antonio Tejero hace unos cuantos años ya, y que se resume en su gran cariño y respeto por ella. Si a ello le sumamos el homenaje y la plaza con su nombre, queda claro que muchas y buenas cosas ha hecho en su tarea pastoral, al margen de progenitores.-


Por otro lado tenemos al señor Antonio Tejero Díaz, del que no se puede 'predicar' en el mismo sentido que su hermano el cura. Su trayectoria profesional siempre ha estado marcada por la sombra de su padre, más si cabe al elegir su misma vocación. Desde la obtención de su primer destino e incluso antes, durante su último año de academia en donde realizó un curso de adiestramientos especiales, se vio sometido a indirectas varias, a señalamiento público (“Mira, aquel es el hijo de...”), a la carga de un peso que no debería haber sobrellevado. En aquellos últimos tiempos de enseñanza y primeros de profesión, Antonio Tejero Díaz era realmente un buen tipo y buen profesional.-


Pero por razones que desconozco, la cosa no duró demasiado ya que ostentando el empleo de Capitán obtuve conocimiento suyo a través de las andanzas ocurridas en cierto acuartelamiento murciano de donde fue convenientemente trasladado a la otra punta de España. Nunca volví a tener una noticia agradable de él. Siempre que llegaba alguna a mis oídos estaba relacionada con comportamientos dictatoriales o decisiones que, como poco, bordeaban peligrosamente lo ilegal. Jamás he entendido lo ocurrido entre aquellos tiempos en los que, cuando sacaba un cigarrillo de Ducados ofrecía a todo el mundo aunque se acabara el paquete y tuviera que abrir otro, pasando por las invitaciones de sus superiores a no confraternizar con los subordinados 'al estilo de su padre' y la vuelta de tuerca que nos presenta hoy como seña de identidad.-


En cualquier caso no creo que su salto al famoseo cotidiano deba achacarse a su señor padre. Durante muchos años de carrera profesional esa ha sido una cuestión que, como mucho, ha permanecido intramuros. Quizás haya sido usada como guiño distintivo para situar sus hazañas personales: “¿Sabes la última del hijo de Tejero?”. Hace más de un año la mayoría se enteró de su existencia cuando se desveló la conmemoración del 23-F con una paella y una exhibición de material y vehículos de la Unidad a su mando ante ilustres condenados como su propio padre o el excapitán Jesús Muñecas Aguilar. Luego vino una nueva metedura de pata del ministro de los cafés con Rato, cesándolo de manera tan fulminante como irregular, debiendo restituirlo por orden judicial y siendo ascendido al empleo de Coronel como colofón a esta sarta de insensateces desatada desde que saltó a los medios una actitud que venía acaeciendo desde tiempos pretéritos e ignorada por la superioridad tanto interna como política.-


En cualquier caso, su trascendencia pública actual no deviene de ser el hijo de un golpista sino de su inclinación a la celebración y recordatorio de los actos de su padre, los cuales podrá considerarlos como mejor le plazca en privado pero nunca en público, con exhibición de su condición de Guardia Civil, haciendo abuso de medios oficiales puestos bajo su responsabilidad en atención a su Empleo y con claro desprecio al orden institucional que juró defender.-


Por estas cuestiones principalmente resulta una burla su designación como representante de la Administración. Yo considero que representa más bien al gobierno que a la Administración en general. Un gobierno que le ha permitido sus excesos; que le ha cesado de mala manera de cara a la galería, debiendo dar marcha atrás casi de inmediato; que lo ha ascendido a Coronel; que ha mantenido en silencio qué medidas internas ha adoptado para corregir la situación o para averiguar si sus actos conocidos han sido tradición en su comportamiento pasado y que, como penúltimo paso del despropósito, lo ha sentado en un órgano que debería representar a todos los miembros del Cuerpo. Y digo debería porque con este gobierno, este ministerio y esta Dirección General, el Consejo de la Guardia Civil lo único que representa es la ignominia.-



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