Por Alberto Llana
Publicado el 21/05/2017
“El 90% de los suicidios de los guardias civiles tiene una motivación personal y no están relacionados con las condiciones laborales, según ha asegurado (…) el director general del cuerpo, José Manuel Holgado”. Así, con esta seguridad y tranquilidad, se despachó nuestro máximo responsable ante los diputados que componen la Comisión de Interior el pasado día 27 de abril, cuando se interesaron por la lacra que se ha llevado por delante la vida de 186 compañeros desde el 2000, según fuentes oficiales. Unas fuentes oficiales que se rigen por el extraño criterio de que “intentar extraer conclusiones fiables de la comparación de tasas de suicidio entre la población nacional y la Guardia Civil es un ejercicio científicamente inválido que solo puede generar confusión, por lo que el estudio de las causas de suicidio en el Cuerpo de la Guardia Civil no se lleva a cabo desde un enfoque comparativo con la población nacional”. Esta perla la soltaron hace solamente un par de años, por lo que no cabe duda que se sigue aplicando a conciencia.-
En resumen, que los guardiaciviles son una especie de bichos raros que no se pueden comparar con el ciudadano común ya que, como dijo en su momento un director general apellidado Valdivielso, pertenecen a un Cuerpo que “no se rige por las leyes de la democracia”, lo cual remató no hace demasiado tiempo el jardinero eléctrico de nombre Arsenio con el famoso “ya sabíais dónde veníais”, que es la versión políticamente correcta del cotidiano ‘ajo y agua’. Y dado que el estudio de las conductas suicidas se hace desde un prisma diferente al resto de población, se puede perfectamente llegar a la conclusión expuesta por el actual director general. De hecho podría haber arrojado al aire cualquier otra cifra y haber retado a los diputados de la oposición a rebatirla, tan taimada es la forma de extraer los guarismos.-
Supongo que para realizar esos estudios se tendrán en cuenta los informes realizados por el servicio de psicología benemérito. Lo cual me trae a la memoria un caso ilustrativo sobre cómo se llevan a cabo los mismos. No hace muchos años un psicólogo de la Guardia Civil atendió a un miembro del Cuerpo que se encontraba alterado tras una fuerte discusión con un superior jerárquico. Le recomendó darse de baja médica y acudir a un facultativo profesional para ponerse a tratamiento. En su informe sobre lo acontecido llegó a la conclusión de que la patología sufrida por el agente tenía un origen claro (la bronca recibida) y, por ello, podría tener relación causa/efecto con el servicio. Este profesional fue llamado al despacho del jefe de Comandancia que le pidió explicaciones por el informe y, una vez recibidas, le espetó al mismo que antes de llegar a ese tipo de deducciones debía consultar con la cadena de mando. El psicólogo argumento que en su terreno no tenía que consultar a nadie ya que gozaba de independencia suficiente para ello. Como consecuencia dejó de percibir el complemento salarial denominado ‘productividad’, amen de las calificaciones rebajadas por parte de la superioridad en sus informes personales. Si así son los mimbres, pueden imaginarse cómo será el cesto.-
Comprendo que al director general, puesto a dedo en un apetecible sillón y que no tiene ni ha tenido nunca pajolera idea de lo que se cuece en un Cuerpo como la Guardia Civil que “no se rige por las leyes de la democracia”, lea obedientemente lo que le ponen por delante sus subalternos y llegue incluso a poner la mano en el fuego por los datos que lee. Si no estuviera dispuesto a hacerlo, no estaría ocupando un despacho en la madrileña calle de Guzmán el Bueno. Lo único que puedo hacer, de nuevo, ya que lo hice en un artículo anterior, es invitarle a leer un estudio imparcial sobre el asunto y publicado en el libro “¿Todo por la patria?”, de Daniel J. López Vega. Entre sus líneas se podrá encontrar cosas interesantes como la que sigue: “Para estudiar el síndrome de burnout entre los miembros de la Guardia Civil, realizamos el cuestionario entre más de 1.000 personas, Los resultados arrojaron importantes conclusiones a tener en cuenta”. Continúa más delante significando que “se observa una diferencia significativa entre la muestra de guardias civiles y la población general. En la escala de agotamiento se obtienen puntuaciones superiores entre guardias civiles y en cinismo son el doble de las de la población general. La muestra de guardias civiles presenta pues un mayor grado de agotamiento y relaciones con los ciudadanos más insensibles y apáticas (…) En conclusión podemos decir a tenor de los resultados, que entre los guardias civiles existe una mayor probabilidad de generar procesos de burnout que en el resto de la población, por lo que podemos definirla claramente como una población de riesgo”. ¡Ah!, perdón, se me había olvidado que la población guardiacivilera no podemos compararla con la población nacional, según el gobierno. Quizás por eso mi conclusión es que la cifra del 90% dicha por el aberronchado sea, en realidad, el porcentaje de descrédito que me merecen sus palabras.-
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