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EFERVESCENCIA AMOROSA

Actualizado: 16 abr 2023

Por Alberto Llana

Publicado el 17/04/2016


Al comienzo de la historia de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), cuando apenas disponíamos de abogados que pudieran asesorar jurídicamente a los compañeros, José Luis Bargados -uno de los fundadores de la AUGC- y yo, nos encargamos de esa labor en no pocas ocasiones. La experiencia acumulada el piel propia por mor de las persecuciones a las que nos vimos sometidos, sobre todo Bargados, al ser considerados unos 'sindicalistas' recalcitrantes, nos sirvió como aprendizaje, casi un máster me atrevería a afirmar, para afrontar tal tarea.-


Fueron tantas las ocasiones que lo hicimos que la mayoría de sus recuerdos se han ido desvaneciendo u ocultándose entre las arrugas del cerebro. Pero siempre hay algún caso concreto que, por su singularidad, permanece presente y sirve de ejemplo o acicate para posteriores ocasiones. Uno de esos casos que suelo rememorar a menudo acaeció en una de las muchas casas-cuartel que pueblan la geografía española. En la misma vivían varios componentes de la Unidad, de tal forma que una de las viviendas la habitaba el Suboficial Comandante de Puesto y, justo la de encima, uno de los guardias de la plantilla. Comoquiera que el guardia llevaba poco tiempo casado, su efervescencia amorosa -y la de su esposa- estaba en plena ebullición. Tanto, que terminó por agotar la paciencia de su vecino de abajo, el cual, valiéndose de su superior jerarquía, se plantó a la puerta de la casa del guardia exigiendo un comportamiento más comedido, en consonancia con la seriedad del edificio donde moraban. El compañero, irritado por las pretensiones del Suboficial, le mandó a freír espárragos sin contemplaciones, lo que ocasionó la apertura de un expediente disciplinario por falta de respeto a un superior.-


Bargados y yo nos hicimos cargo de la defensa de los intereses del guardia, no sin cierto asombro y risa contenida por las circunstancias que adornaban el caso. Sin entrar en demasiados detalles técnicos, decir que el expediente se archivó sin sanción, debido a la falta de pruebas sobre los presuntos hechos. Básicamente, el Comandante de Puesto afirmaba que había sufrido un menosprecio por parte del subordinado y éste lo negaba tajantemente con el apoyo de su esposa que ratificaba su declaración. También influyó el talante del Oficial instructor que, en petit comité, aseguraba que si le ocurriera algo así, su reacción sería la misma que la del compañero, supuestamente, claro está.-


Pero si se piensan que la historia se terminó aquí es que no conocen los entresijos beneméritos. Poco después del archivo del expediente, el Suboficial volvió a la carga y confeccionó un informe, que dirigió al Capitán jefe de la Compañía territorial del Cuerpo, autoridad encargada de la asignación de los distintos Pabellones oficiales sitos en su demarcación, en el que daba cuenta de las actividades molestas de sus vecinos de arriba, generadoras de alteraciones en la normal convivencia y proponiendo su desalojo de la vivienda, lo que consiguió parcialmente ya que, al haber disponible otro Pabellón por cambio de destino de su adjudicatario anterior, la cuestión se solventó con una corta mudanza.-


Eso sí, la justicia divina tuvo su punto de intervención en toda esta historia, en forma de mote. Porque desde aquel suceso, al Suboficial se le conoce por el sobrenombre de “elmalfollao”. Quizás alguna persona que lea estas líneas se ha cruzado con él o, como mínimo, con alguno de idéntico talante.-


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