Por Alberto Llana Publicado el 27 de octubre de 2017
Se ha despejado la incógnita. El Parlament catalán decidió proclamar unilateralmente la independencia de Cataluña, culminando así el denominado ‘procés’ que ha sido desde el primer momento la imposición de una realidad paralela al conjunto de catalanes y, por extensión, al resto de españoles. Una realidad virtual en cuyo seno han procedido a aprobar leyes ilegales, celebrar un referéndum tan ilegal como la norma que lo amparó, con unos resultados inverosímiles que han usado como excusa para el envite final en forma de votación secreta y cuyos resultados ‘legitiman’ la declaración separatista formulada. Los letrados de la Cámara catalana advirtieron una vez más, como han hecho siempre que el Parlament se ha pasado por el forro las leyes, de la falta de legitimidad de las resoluciones que se iban a votar y como en todas las ocasiones precedentes, la mesa del Parlament, encabezada por la presidenta Forcadell, volvió a ignorarlos. No imagino una labor más frustrante que la de estos letrados durante todo este tiempo ni tampoco atisbo a comprender cómo no presentaron su dimisión tras el esperpento del día 6 de septiembre, cuando se aprobó la Ley 19/2017 del referéndum de autodeterminación de Cataluña.-
Pocos minutos después, el Senado español dio luz verde por abrumadora mayoría la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española con un total de 214 votos a favor, 47 en contra y una abstención -y determinadas y significativas ausencias-. Recordemos que el famoso precepto constitucional habilita al Gobierno del país para adoptar las medidas necesarias para obligar a la Comunidad Autónoma que se trate a cumplir con las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan y para proteger el interés general. Así está el panorama en estos momentos.-
El futuro vendrá marcado por la obstinación de quienes se han situado en la ilegalidad más absoluta y pretenden imponerse como sea a la inmensa mayoría de españoles, que son los legítimos depositarios de la unidad de España, tal y como se recoge en el artículo 2 de la Norma Suprema, como extensión del artículo 1.2, que reza: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Asimismo y a tenor de la forma de actuar de las formaciones políticas que han dado sustento al ‘procés’ y respaldo a la declaración unilateral de independencia, cabe mencionar el artículo 6 de la Constitución en cuanto a que los partidos políticos expresan el pluralismo político y su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. De lo que cabría esperar que, dentro de las medidas que adopte el Gobierno español en su labor de restablecer el orden constitucional en Cataluña, se encuentre la de acudir a los tribunales de justicia en busca de la ilegalización de quienes, a sabiendas, han ignorado la Carta Magna en función de sus intereses o querencias particulares.-
No es descabellado pensar que este escenario va a derivar en episodios violentos. Dentro del indudable gran apoyo popular que tiene el independentismo en Cataluña, aunque no sea mayoritario, existe un nutrido grupo de personas dispuestas y capaces de casi cualquier cosa. Y el problema no se enmarca a corto o medio plazo, sino que el caldo de cultivo que durante décadas se ha estado sembrando entre los catalanes va a continuar arrojando brotes de malas hierbas y ortigas en el futuro, máxime cuando todo este capítulo de nuestra historia que ahora estamos escribiendo sea tergiversado convenientemente a la manera nacionalista y servido como abono a generaciones futuras del mismo modo que se ha estado haciendo con la historia de Cataluña desde el día siguiente a la implantación en España de un Estado de Derecho.-
Cada cual ya tiene definida su postura sobre el problema, y aunque podamos culpar con sobrados motivos a la incapacidad política que asola nuestro país desde que fuimos capaces de romper con un régimen dictatorial, lo cierto es que los que apoyan la independencia unilateral de Cataluña están dispuestos a defenderla con uñas y dientes y no van a perder un minuto en analizar si son un instrumento de políticos sin conciencia que se aprovechan de las ilusiones que, por otro lado, bien que se han encargado de fomentar para lograr sus aspiraciones, como demuestra el hecho de que el propio Puigdemont estuviera dispuesto a frenar la declaración independentista a cambio de inmunidad judicial para él y otros acólitos. Por lo tanto se acercan jornadas muy difíciles que van a poner a prueba nuestras más firmes convicciones, sabedores de que mostrar flaqueza en estos momentos es ponerle la victoria en bandeja a quienes pisotean nuestros derechos, queman nuestra bandera, rechazan nuestro idioma común y odian cualquier atisbo de españolidad, simplemente por creerse hechos en un molde mejor que el resto de seres humanos.-
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