Por Alberto Llana
Poco menos de un año tras la creación de la Guardia Civil, el Primer Ministro de la época, Ramón María Narváez (apodado “El Espadón de Loja”), dirige una misiva al Duque de Ahumada, a la sazón Inspector General de la Guardia Civil, en donde se puede apreciar tanto el apoyo que tuvo el Cuerpo por parte de la Reina Isabel II como el celo en que su implantación y desarrollo cumpliera fielmente los propósitos para los que fue concebido y no deviniera en un nuevo fracaso como ocurriera con otros cuerpos y organizaciones destinadas a la seguridad pública en tiempos pretéritos. En ese sentido, esta comunicación se centra en la conducta y el aspecto exterior de los componentes de la Guardia Civil, ya que al parecer algunos de ellos no estaban a la altura esperada. Como posteriormente dejaría escrito el Duque de Ahumada en la Cartilla del Guardia Civil, aprobada mediante Real Orden de 20 de diciembre de 1845, «El Guardia Civil por su aseo, buenos modales y reconocida honradez, ha de ser un dechado de moralidad» (artículo 2º). Y más adelante: «El Guardia Civil, lo mismo en la Capital de la Monarquía, que en el despoblado más solitario, no deberá nunca salir de su casa cuartel sin haberse afeitado lo menos tres veces por semana, teniendo el pelo y las uñas cortadas, bien lavado, peinado y aseado, limpiando diariamente las botas y los zapatos» (artículo 8º); «Lo bien colocado de sus prendas y su limpieza personal, han de contribuir en gran parte a granjearle la consideración pública» (artículo 9º); «El desaliño en el vestir infunde desprecio» (artículo 10º). La carta de Narváez decía lo siguiente:
«MINISTERIO DE LA GUERRA. = Excmo. Sr. = En la creacion de la Guardia Civil se propuso S M. la Reina Nuestra Señora la formación de un Cuerpo respetable, y esencialmente conservador, en el cual hallase la sociedad la proteccion y seguridad que le es debida Para llenar este objeto es indispensable que este Cuerpo sea un modelo de todas las virtudes políticas y militares. Por fortuna basta el dia los resultados de suprimera organizacion confiada al celo é inleligencia de V. E. van respondiendo al fin que la maternal solicitud de S. M se propuso en su formacion; pero si mucho se ha hecho hasta ahora, mucho queda aun que hacer para llegar á la perfeccion. El mas rigoroso cumplimiento de los deberes respectivos de todos sus individuos, su intachable conducta pública y privada, la mas severa disciplina, la finura y buen modo que deben usar en los actos de hacer obedecer las leyes y respetar las órdenes superiores, y en fin hasta su aspecto esterior, aseo y buenas maneras, forman un lodo tan escencial en este Cuerpo, que cualesquiera de estas condiciones que le falte, menoscaba su prestigio y empaña su naciente brillo, con detrimento de la reputacion y buen nombre que felizmente se va adquiriendo. S. M. sin embargo ha llegado á entender que algunos Guardias Civiles no usan en su trage de aquel esmerado aseo que es debido y les está muy recomendado, y esta falta es de tal importancia que por sí sola pudiera traer el descrédito y el desprecio de los individuos que la cometen, y aun del Cuerpo á que tienen la honra de pertenecer, y al que la Reina Nuestra Señora dispensa su particular benevolencia y consideracion. S. M. espera, pues confiadamente en el celo de V. E. que procurará insistir en evitar la reproducion de esta falta, inculcando en sus subordinados las máximas espuestas. Y lo digo á V. E. de su Real órden para su conocimienlo y efectos espresados. —Dios guarde á V. E. muchos años. Madrid 5 de Febrero de 1845. — Narvaez. — Sr. Inspector General de la Guardia Civil.»
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