Por Alberto Llana Publicado el 23 de diciembre de 2018
¿Quién quiere escuchar algo que no desea? La realidad resulta a menudo decepcionante, a veces brutal y descorazonadora. ¿A Quién le apetece esforzarse por entender aquello que está más allá de sus propias limitaciones? Ello conlleva un gran esfuerzo de superación que pocos tienen la valentía de encarar. Siempre resulta más cómodo aceptar los postulados de personas en las que hemos decidido depositar nuestra confianza. Y si esos axiomas son cortos y precisos, mucho mejor. El problema radica en que quizás te estén mostrando un espejismo y no sepas distinguirlo o, simplemente, no deseas que se desvanezca porque una vez lo haya hecho, la realidad se impondrá y seguramente no será como imaginabas.-
El discurso grandilocuente de que nos merecemos todo lo bueno que creemos otros tienen, manteniendo todo lo bueno que tenemos nosotros -porque eso no se toca y punto-, hace que cualquier atisbo de ponderación devenga en estéril. Resulta un argumentario perfecto por su misma indefinición ya que así cada cual puede adaptarlo a sus propias aspiraciones. Un pensamiento mágico e irracional que no puede combatirse a base de razones, cifras o hechos. Veremos qué ocurre cuando haya que fijar posiciones concretas en los múltiples problemas que aquejan a tanto a la Guardia Civil como a la Policía Nacional.-
Te venden que mereces la misma pensión que otro que ha cotizado toda su vida laboral más del doble que tú y se lo compras. Te despachan que debes cobrar lo mismo que otros pero pagando menos impuestos y te lo quedas sin pensar. Te ofertan que la prejubilación es un derecho intocable que no tiene valor alguno cuando se negocia una equiparación salarial y te lo grabas a fuego en la mente. Juntan sus pulgares e índices formando un triángulo y tras soplar por en medio tres veces exclaman “llamando a Raticulín” y miras al cielo en espera a que aparezcan las naves de los salvadores. ¿Qué no? Yo no estaría tan seguro...
Armonizar las ensoñaciones con la praxis resulta utópico. O te abandonas a lo primero y te abstienes de analizar la realidad u optas por ir avanzando paso a paso hasta el objetivo final. Esto último requiere un afán, una constancia y una paciencia que muchos no están dispuestos a afrontar. De hecho, lo que desean más que nada en el mundo es que otros colmen sus expectativas sin aportar su granito de arena porque ya pagan su cuota. Como yo le dije una vez a un afiliado en una reunión, si todos fuéramos así nos limitaríamos a abrir una cuenta en un banco, ingresar cada cual su cuota anual y luego exigirle a la cartilla que haga lo que solamente está en nuestras manos. Con suerte, algunos acudirán a unas cuantas movilizaciones, pero también esa voluntad tiene fecha de caducidad. De no haber resultados tangibles en corto espacio de tiempo esos escasos apoyos terminarán disipándose como humo de cigarrillo.-
Y no digo, siquiera insinúo, que se deba repudiar cualquier premisa por sistema o por desconfianza sino que debemos ser capaces de contrastarlas y comprobar hasta qué punto son ciertas o ilusorias. Es un camino que nos lleva al aprendizaje y las personas inteligentes siempre están abiertas a aprender.-
Resulta común entre ignorantes dogmatizar sobre aquello en lo que se consideran expertos para más tarde buscar excusas insólitas cuando se demuestra que estaban errados, ya que ellos nunca se equivocan. Tenían la razón, y la siguen teniendo. Su mente permanece cerrada, son factores externos los que han provocado la contradicción y siguen, erre que erre, manteniendo sus tesis porque para eso son catedráticos en la materia. O eso siguen pensando, por mucho que su torpeza quede evidenciada. Su necedad no la vamos a poner en cuarentena, por supuesto. Está fuera de toda duda. Sirva un ejemplo. He comprobado como algunos ceporros atacaban frontalmente el sistema de Clases Pasivas al que están acogidos la mayoría de miembros de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, reivindicando su adscripción al Régimen de la Seguridad Social. Su prueba irrefutable se basa en la cantidad monetaria que queda tras la jubilación. Un espejismo atractivo y peligroso que bastantes personas han dado por bueno sin reflexionar ni un ápice. No voy a perder el tiempo intentando desvanecer la quimera, entre otras razones porque ya he tratado este asunto en otro comentario anterior. Los que sigan pensando que el cambio les beneficiaría deberían profundizar un poco más en el asunto y tratar de descubrir la realidad. Es posible que inicien una senda que les revelará otras fantasías que algunos interesados están usando para crear división y odio entre compañeros.-
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