Por Alberto Llana Publicado el 19 de octubre de 2016
Ante la afirmación, realizada por la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), sobre el injusto reparto de medallas en el seno de la Benemérita, la Dirección General se descolgó con un informe en el que intentaba demostrar que eso no era cierto y que la Escala más condecorada, con diferencia, era la de Cabos y Guardias. Ante ello, la AUGC, usando las mismas cifras, llega a un resultado muy diferente, demostrativo de su primera afirmación al respecto. Ya lo dice la 'ley Campoamor', basada en el texto del famoso poema de Ramón de Campoamor: “En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira”. Del mismo modo ocurre cuando, por ejemplo, argumentas que concedes 100 ayudas económicas a los habitantes de “VILLAMAR” y solamente 10 a los de “VILLARRÍO”, puedes afirmar sin rubor que los de Villamar reciben 10 veces más subvenciones que los de Villarrío. Sin embargo, si añadimos el dato poblacional de cada Villa y observamos como en Villamar están censados 50.000 habitantes y en Villarrío solamente 500, el resultado real, el que importa más allá de interpretaciones torticeras, es que los de Villarrío reciben porcentualmente 10 veces más subvenciones que los de Villamar.-
Pues en el caso de la Guardia Civil ocurre tres cuartos de lo mismo y, mejor que yo, lo explica la nota oficial de la AUGC que se puede consultar en este enlace: https://www.augc.org/.../un-informe-de-augc-sobre-las... . En lo que a mí respecta, y no es la primera vez que trato este asunto, ya no es el porcentaje injusto de reparto de medallas en general, ni siquiera la estadística referida a medallas pensionadas, que esa es otra, más grave aún que la primera debido, precisamente, al montante económico y libre de impuestos que acarrea de por vida al adjudicatario. En ese sentido soy más idílico y me centro en los merecimientos que acreditan los destinatarios de esos galardones. Porque en la Benemérita, cada vez que acontece un acto oficial, tipo día del Pilar, y se realiza la formación del personal que está a punto de recibir la condecoración oportuna, las chanzas y el desagrado del personal que conoce el percal de cada cual, se extiende en forma de murmullo de desaprobación que nos ofrece una idea exacta acerca de los criterios que rigen en la institución a la hora de reconocer méritos.-
Y es una pena que esto suceda. Y por partida doble. De una parte la aflicción derivada de saber que una parte de los distinguidos realmente se ha hecho acreedor a la medalla que va a recibir y que ese merecimiento se ve deslucido por aquellos otros a los que se les reconoce su cara bonita o su lengua de seda. Y por otro lado, la tristeza que conlleva asimilar el hecho de que con este execrable proceder, oficializado y tradicional en un Cuerpo cuya máxima es el honor, han devaluado y retorcido de tal modo el significado de las condecoraciones que te planteas seriamente si no resulta un insulto que te concedan una. A buen seguro muchos responderán: “Bueno, si es pensionada…” . De acuerdo, acepto pulpo como animal de compañía. Sobre ello, si me lo permiten, contaré un caso que conozco bien. Aconteció hace tiempo que a un miembro de la Guardia Civil, que resultó herido por arma de fuego durante una intervención policial, dada su condición de ‘sindicalista’, no fue propuesto para distinción alguna, pese a que su vida corrió serio peligro. Es más, la comunicación oficial que se hizo en un primer momento sobre lo acontecido fue que se encontraba fuera de servicio cuando los hechos ocurrieron, lo cual no deja de ser una estupidez tan grande como la mentira misma. Este guardia no solicitó medalla alguna en un primer momento, pero cuando observó que el siguiente 12 de octubre le concedieron una medalla pensionada a otro miembro del Cuerpo cuyo mérito era ocupar un destino burocrático tras su pase a la situación de Reserva, realizó una petición por escrito que fue denegada en vía administrativa. Acudió a la vía contenciosa esgrimiendo lo que estipulaba la normativa referente a esa medalla concreta y que reza: "En acto de servicio o con ocasión de él, resultar muerto o mutilado absoluto o permanente, sin menoscabo del honor, al afrontar un peligro manifiesto contra la propia vida". La Sentencia fue desestimatoria debido a que, según el juez de turno, las medallas son actos graciables de la Administración, que se conceden según su criterio. O sea que la norma no sirve de nada y hay que aceptar de buen grado que la Administración (léase mandos superiores del Cuerpo), las repartan como les salga de la entrepierna. Pues nada, que con su pan se las coman. Pero no muestren contrariados cuando explicamos la realidad que gira en torno a las condecoraciones en la Guardia Civil y mucho menos intenten tergiversar la objetividad de los datos de reparto de medallas con unas cuentas que son propias de cuentistas.-
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