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CRÓNICAS DE UN PUESTO

Escrito por LlanAUGC 26-08-2018


Por Alberto Llana

Érase que se era un Puesto de la Guardia Civil en donde estaban destinados un Teniente, que hacía labores de Oficial adjunto al Jefe de Compañía, un Brigada Comandante de Puesto, un Sargento adjunto al Comandante de Puesto, un Cabo y 14 guardiaciviles. Dicho Puesto tenía la suerte de estar ubicado en una zona de escasa conflictividad, aunque esa cuestión no sea óbice para reconocer que con una plantilla tan escasa el servicio al ciudadano se veía a menudo desatendido. Para mayor inri uno de los componentes del Puesto fue diagnosticado de una enfermedad y tras los correspondientes reconocimientos médicos, acta de la Junta Médico Pericial y expediente de insuficiencia de condiciones psicofísicas, terminó con una resolución de aptitud para el servicio con limitaciones, una de ellas no poder manejar armas de fuego. Con tales cortapisas, pocos eran los servicios que podía desempeñar de entre los propios de la Unidad y menos aun cuando dos de sus compañeros se dedicaban a labores administrativas. Con tales mimbres la solución que le dieron fue la de encargarle del mantenimiento de los vehículos oficiales y poco más. Por si fuera poco, otro de los guardias destinados en el Puesto sufrió una lesión de la que no quedó recuperado totalmente. Por ello le reconocieron limitaciones para el servicio, aunque en este caso sí podía continuar manejando armas de fuego, aunque se le excluía de la realización de servicio operativo. En su caso la solución adoptada fue el nombrarle casi siempre servicios de Puerta en el Cuartel.-


Un buen día, el Capitán Jefe de la Compañía territorial pasó por este Puesto a ver qué tal iban las cosas. Cuando llegó observó al guardia de Puertas, al guardia que estaba limpiando los vehículos oficiales, al guardia de la oficina, al guardia encargado de VIOGEN, al Cabo que deambulaba por allí, al Sargento que estaba a lo suyo, al Brigada enfrascado en sus tribulaciones y al Teniente que intentaba molestar lo menos posible. Cuando miró el listín de servicios comprobó que aquella mañana había una patrulla unipersonal encargada de la seguridad ciudadana de la demarcación. Asombrado y enojado se dirigió al Teniente para que le explicara cómo era posible que en el Cuartel hubiera ocho personas y patrullando solamente una. La explicación le impactó: el guardia de Puertas tiene limitaciones psicofísicas y no puede patrullar. El que limpia vehículos oficiales, por su parte, tampoco puede patrullar a consecuencia de las limitaciones que le impiden realizar cualquier servicio de armas. El guardia encargado de la oficina del Puesto es necesario que desarrolle esa labor porque es el más adecuado para la misma. Igual ocurre con el encargado del VIOGEN, que es un hacha en esos menesteres. El Cabo no patrulla porque en ese Puesto no lo hacen desde tiempos inmemoriales. Si no patrulla el Cabo mucho menos un Sargento cuyo rango militar le exime de ello. El Brigada es el Comandante de Puesto y qué decir de todo un Oficial como el Teniente… pues eso.-


Las palabras del Capitán hacia el Teniente fueron de todo menos amables y dejó claro que era la última vez que iba a consentir ese despropósito, marchándose por donde había venido. El Teniente, cabreado por el tirón de orejas recibido tuvo la genial idea de ir a descargar su frustración en primer lugar con el guardia que estaba, manguera en mano, lustrando un coche verdiblanco. Lo puso firmes y le espetó que su presencia en la Unidad era un incordio y que por su culpa no se podían cubrir adecuadamente los servicios previstos en el PLANSER. El guardia reprimió como pudo sus ganas de bajarle al Oficial el calentón a base de rociarle con la manguera y siguió a lo suyo. La siguiente visita del Teniente fue al Cuarto de Puertas para recriminar prácticamente lo mismo al guardia que prestaba allí servicio, como si tuviera alguna culpa del desbarajuste a la hora de gestionar los recursos humanos disponibles en el Puesto.-


Como consecuencia de lo acontecido, los dos guardiaciviles con limitaciones psicofísicas resultaron aquejados de nuevas patologías que conllevaron su baja médica y los consabidos reconocimientos por parte del órgano de valoración, dictaminando en ambos casos una enfermedad incompatible con el servicio propio del Cuerpo. Tras el expediente administrativo regulado para estos casos pasaron a retiro. La parte ‘positiva’ de esta historia es que cuando el Capitán vuelva por ese Puesto, en vez de toparse con ocho guardiaciviles en el cuartel y solo uno patrullando, tan solo encontrará a seis. Quizás de esta forma esté más conforme…


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