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¿AVATAR O ABARATAR?

Por Alberto Llana

En el mes de agosto de 1983 hubo unas inundaciones muy importantes en el norte de España. Las noticias resaltan mayormente las sufridas en Euskadi pero también afectaron a una parte de Asturias. Yo llevaba unos pocos meses en mi primer destino (la muy noble y leal Villa de Llanes), y tras las intensas lluvias tuvimos que realizar un balance de daños en nuestra demarcación, por lo que en las siguientes jornadas recorrimos hasta el último metro de la misma, de tal forma que a mi compañero de patrulla y a mí nos encargaron acudir a un lugar en el que nunca habíamos estado antes y eso que mi compañero llevaba años allí destinado. El caso es que para llegar había que subir una empinada cuesta por un camino de cabras que a duras penas pudo sortear el Land Rover Santana que conducíamos, y eso que el cacharro aquel podía subir casi por una pared si le metías la ‘reductora’. En fin, que llegamos al lugar en cuestión y vimos a un lugareño al que preguntamos por las consecuencias del temporal. Aquel hombre se nos quedó mirando con rostro de sorpresa y nos aclaró las razones de ello: la última vez que la Guardia Civil había atravesado aquellos parajes iba montada a caballo y vestían capa y tricornio.-

Y estoy hablando de una época en la cual, tan sólo del acuartelamiento de Llanes, salían tres patrullas en cada turno de servicio, al margen de las patrullas de otros cuarteles de la zona más pequeños, los cuales proporcionaban cada uno, al menos, una patrulla más por turno. Una época en la cual los guardias destinados en esa zona no tenían ni un día de descanso semanal, realizando como poco ocho horas diarias de servicio. Si así estaban las cosas antaño es fácil discernir como están en estos momentos. El caso es que quienes dirigen el Cuerpo han tenido la genial idea de intentar paliar la escandalosa falta de personal a base de avatares “súper-realistas”. Según la RAE, avatar, en lo que a este comentario concierne, significa «representación gráfica de la identidad virtual de un usuario en entornos digitales». O sea que para suplir la innegable falta de agentes de la autoridad van a colocar unas pantallas, a modo de cajero automático, en donde, en vez de realizar operaciones bancarias, los usuarios van a poder entablar una conversación con una representación gráfica, apoyada por inteligencia artificial, y tendrán la oportunidad de contarle sus cuitas y realizar determinadas gestiones relacionadas con el servicio que presta -o debería prestar- la Benemérita.-

El proyecto piloto “Guardia Civil Virtual” arrancará en breve y, según parece, las pantallas interactivas serán instaladas en «localidades y puntos de España del reto demográfico». Vamos, que si la ocurrencia cuaja no tardaremos en ver cómo sustituyen cuarteles por pantallas. Y cuando haya quejas por la escasez de guardiaciviles, la Administración responderá que a la plantilla real hay que sumarle ‘nosecuántas’ pantallas estratégicamente distribuidas por la España vaciada, a modo de lo que acontece con la cada vez más mermada plantilla de la Agrupación de Tráfico y su paulatina sustitución por radares, drones y cámaras de vigilancia. Imagino que las mentes pensantes del proyecto habrán valorado la posibilidad de elaborar una aplicación para teléfonos móviles atendida por esos avatares súper-realistas de inteligencia artificial (súper-realista también) y que esté al alcance de muchísimas más personas que las famosas pantallitas. Porque ya me dirán ustedes de qué le sirve este invento a una persona que habite en un lugar como el que mencioné al comienzo.-

En cualquier caso y como siempre recuerdo, la principal labor de las fuerzas y cuerpos de seguridad es la prevención y esa necesaria prevención no se consigue con avatares más o menos realistas o capaces de mantener una amena charla con los usuarios, se logra con la presencia física continuada a pie de calle, dejándose ver, manteniendo el contacto con la ciudadanía, fomentado la cercanía, promoviendo la confianza. Cuestiones todas ellas que deben ser realizadas por humanos, no por avatares. Lo que pasa en realidad es que mantener esa presencia, incluso a los niveles que había a comienzos de siglo, conlleva una inversión mucho mayor de lo que costará desarrollar, mantener y mejorar este proyecto. Es por ello que me ha dado por pensar que la verdadera esencia de cada avatar sea la de abaratar costes. Si la idea sigue adelante, no tardaremos en escuchar una conversación como esta:


- ¿En tu pueblo hay avatar de la Guardia Civil? porque en el mío no.-

- Qué va, en mi pueblo hay un cuartel.-

- Claro, es que vives en un pueblo importante.-



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